INTRO: I'm not evil, I'm sad.

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2015.

Incluso si todo sucedía dentro de su cabeza, podía sentirlo, como si estuviese de nuevo en ese sitio.

El clásico sonido de un arma de fuego siendo cargada, la pesadez y humedad de la sangre que le había salpicado en el rostro y los gritos lejanos de su madre, rogándole que corriera lo más rápido posible para poder escapar de aquellos que los acechaban. Había un enorme río carmesí corriendo a un lado suyo, proveniente del cuerpo de su padre recién asesinado, y la cual llegaba hasta los pies de su madre, quien ya estaba malherida y a nada de recibir el mismo destino. No había manera de defenderlos, porque aún no controlaba sus habilidades y estas se presentaban rara vez.

Tenía que correr.

Con lágrimas cayendo por su rostro manchado, corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron, adentrándose al espeso bosque, tratando de esconderse de esas malas personas que solo llegaron para arruinar la tranquilidad de un fin de semana familiar. La escena se repetía constantemente y juraba que podía recordar cada color, olor y sonido del ambiente.

Escuchaba sus pasos tan cerca, querían alcanzarlo a como diera lugar...

—Toc, toc —habló uno de los enfermeros de la UNIT, de apodo Key. —Voy a entrar —avisó antes de desbloquear todas las cerraduras, sacando al adolescente de su trance. —¿Y esa cara que llevas?

Le tomó varios segundos darse cuenta de que había estado soñando despierto. ¿Por qué no podía tener escenarios bonitos con todas las cosas que hizo con sus padres? era muy pequeño cuando ese evento sucedió, debía de haber algo más registrado en lo profundo de su mente, detrás del trauma.

Estaba tan cansado.

—Pesadillas —respondió Doyoung, con su voz apagada y sin muchos ánimos de socializar.

La UNIT lo había mantenido encerrado desde el primer día, por lo cual no tenía la oportunidad de hacer amigos y socializar con las personas pertenecientes a la agencia. Key era lo más cercano que tenía a una amistad, fue el único del personal médico que no se negó a atenderlo cuando fuera necesario, ya que medio mundo le tenía miedo por ser hijo de dos personas consideradas peligrosas para la humanidad, algo a lo que llamarían villanos.

—Las pesadillas son peligrosas, pero no sé si deba informarles a ellos sobre eso... luego te quejas de no poder dormir bien por los monitoreos —Key se acercó para comenzar con el chequeo semanal. —Debes de estar preparado, Minseok vendrá a verte.

El general Minseok, líder del escuadrón EXO, especializados en conflictos y representantes del país entero ante la Organización de las Naciones Unidas.

Fue quien lo recibió dentro de UNIT, o como el le solía llamar; el reformatorio infantil. Sin embargo, estaba bastante seguro de que la vida en un reformatorio era un poco más adecuada para un ser humano.

El chequeo finalizó rápido, no había nada fuera de lugar. Se tomó su tiempo para cambiarse la pijama gris por una camiseta blanca y un pantalón negro, vió el reloj y se dió cuenta de que eran las siete de la mañana, bastante temprano como para que su mente funcionara correctamente.

—Si te comportas y no estresas al general, entraré al sector del escuadrón 127 para traerte galletas de avena —sugirió Key con una sonrisa cómplice.

—Key, no soy un perro.

—Tres galletas de avena de las grandes.

—Trato.

¿Desean saber más sobre el? porque puede quejarse horas y horas sobre lo incómoda que está siendo su vida.

Las paredes de su habitación son metálicas, grises y frías, no se le era permitido poner un pie fuera de ella, incluso si estaba sufriendo alguna emergencia con respecto a su salud o habían desastres naturales. No había mucho con lo que entretenerse, solo libros de superación personal que le regaló el general Minseok y una pelota de béisbol vieja. Tenía prohibido cualquier cosa que le hiciera volar su imaginación, porque era peligroso.

UNITWhere stories live. Discover now