Capítulo 5: Meet the feeling's.

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Doyoung se sentía ofendido, sabía que la UNIT les había dado esa misión porque consideraban que era una tarea sencilla, cuando el escuadrón entero estaba calificado para enfrentarse a situaciones más complicadas. Lo que más le ofendió fue el hecho de que a todos les reconocieron su esfuerzo, menos a el, por no utilizar sus habilidades.

¿Cómo carajos iba a hacerlo? si lo noqueaban cada vez que lo intentaba.

Uno de los superiores lo regañó con más crueldad.

"¿Crees que eres un héroe, Kim DongYoung? ¿crees que puedes ignorar la ley y hacer lo que te parece correcto? solo eres un miembro del escuadrón y tú deber es hacer cumplir la ley de UNIT, no interpretarla a tu antojo."

Decidió no hacerle caso.

Aún así, estaba triste. UNIT le había prohibido ir con los chicos a su viaje de fin de semana, fue su castigo por defender al grupo de rebeldes. Se perdió la oportunidad de conocer algo tan bonito como el mar, aunque estaba acostumbrado a eso. Su única recompensa fue enterarse de que los chicos salieron con vida de la UNIT y regresaron a sus hogares.

Hablando de cosas bonitas, tenía que ir a la habitación de John. Estos días habían estado hablando y descubrieron que tenían ciertos gustos en común, así que se volvieron cercanos o eso quería creer. Bueno, de todas maneras, lo había llamado por algo.

Entró a la habitación después de tocar y se detuvo un momento, admirando el atardecer a través de los enormes ventanales del balcón que tenía John en su habitación. Podía verlo ahí mismo, sentado con los audífonos puestos y algo entre sus manos.

—¿John? —llamó con calma, haciendo que el castaño se quitara los audífonos y volteara a verlo con una sonrisa. —Sabía que estabas aquí.

—Doyoung, ven, siéntate conmigo —dijo John, señalando con su cabeza a un lado de el.

Doyoung se acercó y se agachó para poder tomar asiento. Sus hombros se rozaron momentáneamente y un escalofrío recorrió a John debido al repentino contacto.

Hacia días que John sentía crecer una conexión inesperada entre ambos. Doyoung no se parecía a nadie que hubiese conocido por los pasillos de su colegio o en las fiestas de fines de semana; el era amable con todos incluso si los chicos a veces eran pesados, pensaba en la comodidad de los demás e intentaba ser paciente.

Su gesto con el grupo rebelde solo le hizo pensar en lo buena persona que era.

Empezaron conversando de cosas sin sentido y de la nada se volvió una rutina constante que empezaba en la tarde y llegaba a su final a media noche. John se encontró a si mismo anticipando esos encuentros casuales, anhelando hacer reír a Doyoung con algún chiste. Porque su risa era la cosa más bonita que había podido presenciar. Lástima que siempre estuviera serio, porque pagaría millones con tal de verlo sonriendo todo el tiempo.

Decidió mostrarle a Doyoung lo mucho que le importaba, de una manera que no todos habrían pensado a la primera.

—Hice esto para ti —habló John, mostrando un collar tejido, con una piedra marina como dije. —Ya que no te dieron permiso de ir con nosotros por el asunto de la misión... bueno, quise que tuvieras algo del mar.

Doyoung miró a John con sorpresa. Era la primera vez que alguien que no fuese Minseok le daba un regalo de este tipo. Tomó el collar con cautela, analizando cada parte.

—Es hermoso —dijo, sonriendo. —No era necesario.

—Quería hacerlo —John contuvo la respiración un momento, sin quitar su vista de Doyoung, esperando que de esta forma fuese capaz de entender su intención.

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