capítulo 3. - los periódicos

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Una canción francesa de la que desconocía el nombre sonaba en el móvil de Violeta. La playa estaba tranquila esa mañana, probablemente porque era miércoles.

Gracias al juego improvisado de hacía tres días en el agua, llevaba cuatro turnos sin que le tocase ninguna mañana. Creía firmemente que tras dos años de trabajar en la cafetería, lo mínimo que merecía con la bajada de sueldo y jornada era librarse del primer turno.

El enfado que tuvo a finales de mayo, cuando Lily se lo comunicó, había amainado, pero un poco seguía ahí. Su carácter no le permitía vivir en un ofuscamiento constante con la mujer porque haya enchufado a su sobrino un verano. Sin embargo, Juanjo se lo estaba poniendo más difícil, su fácil encanto con los clientes y lo mal que hacía los cafés le desesperaba en cada momento que compartían.

Había hablado varias veces con Vio del tema antes de que empezase el verano, y ella siempre le decía lo mismo; que el enfado era una tontería, que así tendría más tiempo libre, que nadie tenía la culpa y las circunstancias se habían dado así, ah y que había visto a Juanjo en el instagram de Almudena y estaba buenísimo.

Y ahora que habían pasado los días, y empezaba el incipiente relajo de las cosas nuevas, le daba la razón en todo lo que decía. Bueno.

Violeta era su mejor amiga, pasaba con ella casi todos los días de su vida, sin exagerar. Ambos estudiaban Historia del Arte en la misma universidad, por lo que veía a su amiga desde las siete y media de la mañana cuando lo venía a buscar hasta que se acababan las clases, con las miles excepciones de meriendas, planes o por supuesto, los fines de semana.

La cosa era distinta con los demás, la universidad de Ruslana, Almudena y Álvaro estaba un poco más lejos del pueblo, por lo que ellos vivían entresemana en un piso en la ciudad. Los fines de semana, en su mayoría, estaban en el pueblo aunque hacían excepciones en las que Violeta y Martin pasaban a ocupar el piso de los otros tres. Aún pasando muchísimo tiempo juntos el resto del año, nada se comparaba al verano.

La vida para Martin brillaba distinta esos tres meses.

La complicidad de Violeta y él no solo se construía en el tiempo que se dedicaban sino en todo lo que compartían. En mañanas como esa, compartían el despertarse temprano para hundir la sombrilla en su sitio favorito, Martin siempre con el termo de café y Violeta con la sandía para la media mañana.

En el transcurso de las horas, iban apareciendo los demás, normalmente según la hora que acostumbraba a despertarse cada uno, siendo el último Álvaro.

Sin embargo, ese día parecía que no podría disfrutar ni siquiera de la aparición de Ruslana, la primera en llegar después de ellos.

Un Juanjo apresurado corría cuesta abajo, buscando a Martin, temiendo en cualquier momento un resbalón que acabase por fastidiarle la mañana.

Francisco, el otro hombre que trabaja en la cafetería le había comentado que sobre esa hora solía estar en la playa por lo que bajó al paseo en cuestión de un minuto.

No tardó en encontrarlo entre la gente, tumbado boca arriba con un bañador azul cielo que le sentaba especialmente bien a su cintura.

Sin bajar del paseo, intentó llamarlo desde allí.

- Martin. - Chistó pero no se enteró. - Martin. - Elevó el tono.

Esta vez sí que le oyó. Se giró sobre sí y apoyó los codos en la toalla, mirándole extrañado. Llevaba la camisa blanca de mangas cortas y los pantalones camel del uniforme, solo le faltaba el mandil.

- ¿Qué te pasa? ¿No estás trabajando?

Violeta sentada en una silla, giró su cabeza al oír la situación. Sonrió divertida al en ver al chico con la ropa descolocada y la respiración descompasada.

café lily - juantinWhere stories live. Discover now