capítulo 5. - ventana de sol

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Le despertó la fuerte hora de sol del medio día colándose por su ventana. La dorada luz había decidido pararse estratégicamente sobre su rostro y tras varios intentos de esquivarla sin éxito, lo único que le quedó fue maldecir por no cerrar la persiana la noche anterior.

Al menos, no le dolía la cabeza como pensaba que lo haría después de todo lo que había ingerido hacía horas, eso sí, el dolor de cuello se establecía firme debido a las dos horas que durmió en la furgoneta de Violeta.

A media mañana, Lily había subido a la buhardilla para llevarle un vaso de agua y para decirle que no fuese a trabajar, que no había mucha faena a la hora de la comida y que Martin y Francisco podían arreglárselas solos. Él, en medio de la ensoñación que abrazaba con fuerza, no le dio ninguna vuelta y solo le quedó agradecerle a su tía lo mimado que lo tenía.

Sin embargo, ahora, aún recién despierto, lo primero que pensó fue lo mucho que le odiaría Martin por aquello.

Podría poner la mano en el fuego y no quemarse al decir que el del bigote no le dejaría pasar por alto su ausencia aquel mediodía. Mentiría si dijese que no le importaba volver a experimentar su mala leche y desprecio ahora que todo parecía avanzar a un lugar más amable.

Unas risas escandalosas provenientes del patio interior entraron como una bocanada de aire por su ventana. La que le fue más reconocible era la de Álvaro, y es que aún le taladraba el oído las miles de carcajadas que habían compartido.

Aquel sonido fue lo que terminó por impulsarle a levantarse de la cama, siendo los calzoncillos la única prenda que cubría su cuerpo. Dejó caer su cuerpo sobre el marco del ventanal. El sol ahora cubría su cuerpo al completo.

- ¿No tenéis casa o qué?

- Por fin se despierta mi bello durmiente. - La sonrisa de Álvaro llegaba hasta sus ojos. La noche anterior parecía haber sido un pacto de sangre para ellos.

Estaban todos en la mesa del patio, rodeados de refrescos con hielo y unas cartas esparcidas por la mesa. Todos menos Martin, que por cálculos de horas, seguía trabajando.

Otra vez estaba ahí el sentimiento de culpabilidad que quería ignorar, porque qué más le daba que el otro no se haya podido escaquear de la cafetería cuando él si, qué le tenía que importar si el del bigote solo se había dedicado a ser desagradable y no valorar un mínimo el esfuerzo que ponía en el trabajo, todo para él tenía una pega, un pero. Y aún así, la culpa parecía inamovible de su subconsciente, quizás porque sabía en el fondo que esta vez tenía razones para molestarse.

- Baja, que aún no hemos empezado la siguiente partida. - Miró hacia arriba Almudena, poniendo su mano en la frente para hacerle sombra a sus ojos.

- Me pongo algo y bajo.

- ¡No! ¡Baja así! - Escuchó desde lejos exclamar a Violeta, cuando él ya estaba dentro en la habitación. Desde ahí, también pudo oír la risa exagerada de Ruslana y Álvaro.

Abrió el cajón de las camisetas de la cómoda y se puso la primera básica que encontró, y para la parte de abajo, escogió el bañador que tenía secándose en la ducha, a sabiendas que lo más probable es que acabasen en la playa de un momento a otro.

Al bajar las escaleras, se asomó al salón y la cocina para saludar a sus tíos, pero no encontró a nadie, por lo que fue seguidamente al patio.

café lily - juantinWhere stories live. Discover now