Adelaide Marie Richmond, princesa de Glasgow Escocia.
La joven había sido educada toda su vida en Londres aprendiendo todo lo necesario para debutar como cualquiera de las pequeñas británicas de esa era, la diferencia era que Adelide, no buscaban un...
Estaba en mi habitación preparando todo para ir a Winston, podía parecer egoísta, y que las razones que tenía para buscarlo no eran las más sinceras.
Pero sin duda Alexander se había ganado un lugar en mi corazón, no lo amaba, pero sentía un infinito cariño hacia él, cada detalle cada palabra estaba logrando que sintiera algo.
– su carruaje está listo alteza, cuando usted de la orden estamos listos– le sonrío a Max y le hago una señal con la cabeza y me pongo de pie, era hora de llegar a Winston.
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El viaje no fue tan largo, al llegar a la mansión Winston fui recibida por el ama de llaves quien no Lucía contenta por mi presencia.
– alteza– hace una reverencia y me mira los ojos– lamento informarle que el duque no desea verla.
– y yo lamento informarle a usted, que el duque me verá–atónita por lo que había dicho se hace un lado y pasó a la mansión, guiada por el ama de llaves llego a su despacho.
Tocó la puerta un par de veces y no la abren, pero se escuchaban murmuros.
–Princesa– abre solamente un espacio pequeño de la puerta para verme– no es un buen momento.
– Alexander, por favor, tenemos que arreglar las cosas, han pasado ya dos semanas– él se miraba desalineado y algo preocupado, me asome por el pequeño espacio de la puerta y mire a una jovencita, que había visto antes en la opera, me parece y ahí lo supe–No estas solo, cierto?
– hablaremos cuando vuelva Londres– cierra la puerta y yo salgo de ahí furiosa a mi carruaje.
–Max, llegando a Londres recupera a Archie y envialo a la residencia Hasting–Max asiente y yo me subo al carruaje para salir de ahi
Narra Anthony
Cabalgada por las afueras del bosque, últimamente necesitaba despejarme, había desaparecido por un tiempo para no encontrarme con la princesa, y para no escuchar a mi madre.
Mi paseo de esta tarde era tranquilo hasta que a lo lejos me sorprendo de encontrar a Adelaide, montando con lágrimas en los ojos, decido acercarme a ella, está demasiado ensimismada como para notar mi presencia, así que decido que mi corcel se interponga en su camino.
– Bridgerton– voltea a verme sorprendida.
– debería estar más atenta alteza, tiene suerte que sea yo, quien la encuentra, cualquier otro aprovecharía que una dama como usted está sola– digo algo en tono de burla y ella parece no inmutarse por mi comentario.– está todo bien?
– Anthony– me llama por mi nombre lo cual me indica que será algo serio y personal de lo que hablaremos – estoy por tomar la decisión más importante de mi vida, el único que puede influir en esto es usted.
