Capitulo #18

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Me desperté con la suave sacudida del barco debajo de mí, un recordatorio constante de que aún estábamos en alta mar. Abrí los ojos lentamente, permitiendo que la luz del amanecer filtrada a través de las cortinas llegara a mi rostro. Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que no estaba sola en la cama. Killiam yacía a mi lado, aún profundamente dormido.

Recordé la situación que nos llevó a compartir la misma cama: Ian necesitaba un lugar para descansar, y Killiam había ofrecido generosamente la suya, optando por dormir él mismo junto a mí. La ternura de su gesto me sorprendió y me reconfortó al mismo tiempo. A pesar de las circunstancias difíciles en las que nos encontrábamos, su presencia cercana me brindaba un sentido de seguridad y apoyo.

Con cuidado, me levanté de la cama, procurando no perturbar el sueño de Killiam. El suave balanceo del barco me hizo sentir un poco mareada. Una vez lista, salí de la cabina hacia la cubierta, donde el sol de la mañana me recibió con su cálido abrazo.

El aire salado me envolvía mientras contemplaba el vasto océano que se extendía ante mí. A pesar de los desafíos que enfrentábamos y las incertidumbres del futuro, me sentí reconfortada por la tranquilidad del momento y por la camaradería de mis compañeros. Sabía que estábamos juntos en esta aventura, listos para enfrentar lo que el día nos deparara.

Después de haber perdonado a Ian, una extraña calma se apoderó de mí, como si un peso enorme hubiera sido levantado de mis hombros. Sentí que una paz profunda se instalaba en mi corazón, llevándose consigo la amargura y el resentimiento que habían ocupado un lugar tan prominente en mi ser.

Esa tranquilidad se reflejaba en mi entorno: el suave balanceo del barco, el murmullo del mar que nos rodeaba y el suave susurro del viento entre las velas. Cerré los ojos por un momento, permitiendo que la serenidad del momento me envolviera por completo.

A medida que el sol comenzaba a elevarse en el horizonte, sus rayos dorados pintaban el cielo de tonos cálidos y acogedores. Observé maravillada cómo las olas se mecían en armonía con el ritmo del océano, sintiendo una profunda conexión con el mundo que me rodeaba.

El perdón había abierto una nueva puerta en mi corazón, una puerta que conducía hacia la comprensión y la reconciliación. Me sentí agradecida por la oportunidad de dejar atrás el pasado y mirar hacia adelante con esperanza y determinación.

En ese momento, en medio de la inmensidad del mar, encontré una paz que había estado buscando durante mucho tiempo. Estaba lista para enfrentar lo que el futuro tenía reservado, con el corazón ligero y la mente clara.

Mientras disfrutaba de la tranquilidad del amanecer en cubierta, una voz familiar interrumpió mi paz. Levanté la vista para encontrarme con uno de los piratas, un hombre de aspecto rudo, pero con una sonrisa cálida en el rostro.

—¿Qué pasa? —pregunté, notando la expresión seria en su semblante.

El pirata se acercó con cautela, como si no estuviera seguro de cómo abordar el tema.

—Disculpa la interrupción, princesa, pero hay algo que necesito decirte. —Su voz era respetuosa pero firme.

Me enderecé un poco, preparándome para escuchar lo que tenía que decir.

—Admiramos tu valentía, princesa. Lo que hiciste al perdonar al joven Ian nos dejó a todos sorprendidos y con un profundo respeto por ti. —Su tono era sincero, y pude ver la admiración en sus ojos—. Pero lo que no comprendemos es como pudo perdonarlo luego de todo lo que le hizo pasar.

Las palabras del pirata resonaron en mi mente, y aunque su admiración era evidente, también llevaban consigo una pregunta que había rondado mi propia mente en más de una ocasión. ¿Cómo pude perdonar a Ian después de todo lo que había hecho? ¿Cómo podía reconciliar sus acciones pasadas con el perdón que había extendido hacia él?

Guerra de Corazones y EspadasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant