El Vacío de la Ausencia

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"Entre las antiguas reliquias del museo, Joans se encontraba como Tántalo, anhelando la presencia de Jezebel, una presencia esquiva que le recordaba su propio tormento."

Joans continuaba su trabajo en el museo, pero su mente estaba dividida entre su pasión por la mitología y los recuerdos de Jezebel que seguían acosándolo. A pesar de que un mes había pasado desde su partida, el fantasma de su presencia aún rondaba en la mente de Joans, dejando un vacío difícil de llenar.

Mientras guiaba a los visitantes a través de las antiguas exhibiciones, Joans luchaba por mantener su enfoque en el presente. Cada vez que pasaba frente a una estatua o una pintura que recordaba su encuentro con Jezebel en el museo, sentía un nudo en el estómago y una oleada de emociones encontradas.

Intentaba distraerse con su trabajo, sumergiéndose en las historias y leyendas que tanto amaba compartir con los demás. Sin embargo, incluso mientras hablaba con entusiasmo sobre los dioses y héroes de la mitología, una parte de él seguía anhelando la presencia de Jezebel a su lado.

¿Por qué esa chica aún navegaba por su cabeza? Se suponía que la odiaba, ¿no?

A medida que el día llegaba a su fin y los visitantes se dispersaban, Joans se encontró solo en el museo, perdido en sus pensamientos mientras observaba las antiguas reliquias a su alrededor. Se preguntaba qué depararía el futuro para él, y si algún día encontraría la libertad que tanto anhelaba.

Joans caminaba por las calles, sumido en sus pensamientos mientras el atardecer teñía el cielo de tonos dorados y rosados. A medida que se acercaba a su departamento, no podía evitar preguntarse dónde estaba Hanna ya que desde temprano había desaparecido de su vista.

Al llegar a su departamento, Joans se detuvo frente a la puerta, sintiendo un nudo en el estómago mientras se preguntaba qué encontraría al entrar. Con un suspiro, sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, preparándose para enfrentar lo que sea que le esperara al otro lado.

Al entrar, se encontró con un silencio inusual que colgaba en el aire, interrumpido solo por el suave zumbido de la nevera y el tic-tac del reloj en la pared. Una sensación de soledad lo invadió mientras recorría el departamento, buscando señales de vida que confirmaran que Hanna estaba adentro esperándolo en la cama para acostarse con ella sin hacer nada, solo ellos dos.

Sin embargo, cada habitación estaba vacía y en silencio, sin rastro de ella en ninguna parte. Joans sintió un escalofrío recorrer su espalda, preguntándose dónde podría estar Hanna.Decidió llamarla, pero su llamada fue directamente al buzón de voz, lo que ya se sintió preocupado. ¿Dónde podría estar Hanna en un momento como este? Desde la mañana que despertó ya no la encontró a su lado.

Joans salió apresuradamente de su departamento, con el corazón lleno de preocupación por Hanna. Se dirigió hacia el departamento de Bell dos pisos abajo del suyo, con la esperanza de encontrar algunas respuestas sobre el paradero de Hanna.

Al llegar al cuarto de Bell, tocó la puerta de su departamento. Esperó ansiosamente a que alguien respondiera, sintiendo que cada segundo que pasaba aumentaba su preocupación por Hanna.

Finalmente, la puerta se abrió y Bell apareció en el umbral, con una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro al ver a Joans.

-¿Joans? ¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó Bell, su voz llena de sorpresa mientras miraba a Joans con atención.

-Bell, necesito hablar contigo. ¿Has visto a Hanna hoy? No he podido encontrarla desde la mañana y estoy preocupado -dijo Joans, su voz temblorosa por la ansiedad mientras compartía sus preocupaciones con su amiga.

Ecos de un Amor PerdidoWhere stories live. Discover now