Interludio 3

183 24 4
                                    

Mientras tenía aquella pesadilla, muchas cosas habían sucedido. Durante la guardia nocturna, llegaron seis hombres de la nada y en silencio a desarmar a mis amigas: una emboscada.

Hubo silencio hasta que uno de los hombres de nuestro grupo despertó y gritó al verlos, alertando así a todos, quienes se levantaron y comenzaron a correr de un lado a otro. Llegaron más hombres desconocidos tratando de reducirlos, eran demasiados, al menos doce, pero cuando los gritos acabaron, solo estábamos nosotras. Todos los hombres que nos acompañaban habían huido. Mientras nosotras nos concentramos en mantenernos juntas, ellos pensaron en valerse por sí mismos e irse para sobrevivir.

Incluso Tom. Hasta él nos había dejado, con las manos atadas y armas apuntando a nuestras cabezas. Él se había ido sin mirar atrás. Sin preocuparse por nosotras.

Ya habían pasado demasiadas horas y seguíamos allí, atadas todas juntas a un puto árbol. Los vimos revolver nuestras cosas, tomar nuestras armas, acabarse nuestra agua y agolparse con nuestra comida, nos amenazaron con comerse al perro sí no nos comportábamos bien, mientras que el gato había huido tan pronto comenzó el ataque. No dormimos nada, tanto por nuestra seguridad, como por mi plan de respaldo. Nos quedamos atentas hasta que los gritos empezaron a mitad de la noche.

Sonreí.

Era hora.

Miré al joven que nos custodiaba, que no había dejado de toser en toda la noche. Él observaba con expresión de sorpresa y preocupación la carpa donde sus compañeros dormían.

-¡Oye! ¡Oye! Ve a ver, algo está pasando -solté mirando hacia allí.

Recordé lo que había sucedido horas antes.

-¡Esto es un puto cordero, hermano! -le había dicho uno de ellos a quien parecía su líder. Habían encontrado el cuerpo en la bolsa negra al fondo de nuestro refrigerador térmico.
-¿Y eso cuánto tiempo tiene de muerto? -preguntó otro sujeto.
-¿Importa? Huele bastante bien. Además hay algo de vinagre que trajo Vinnie. ¿Cuándo tendremos la oportunidad de comer otro de estos?
-¡Yo me pido el muslo! -gritó otro hombre y entonces comenzaron a pelearse por las partes del animal muerto hasta que su líder los calmó.

Al menos fue la última comida de alguien, aunque no fuera la mía.

El chico vigía se levantó con mucho esfuerzo, se acercó y en cuanto abrió un poco la entrada a la carpa, se apartó de golpe, tan rápido que cayó al suelo de espaldas. Seguro ya había visto como algunos de sus compañeros ya se habían transformado y se estaban comiendo al resto.

-¿Qué sucede? Eh, ¿Qué está pasando? -le grité, fingiendo preocupación.
-¡Muertos! -dijo temblando-. Ellos... Ellos -tosió-... se infectaron.
-¿Necesitan ayuda? -pregunté y él dudó, mientras trataba de levantarse-. Vamos, no es momento para pensarlo mucho. ¿Necesitan ayuda o no? Podemos ayudarlos... -articulé, tratando de sonar lo más amable posible-. Además no nos puedes dejar aquí atadas con ellos así -agregué, preocupada-. Vamos, por favor. Solo necesito que me liberes las manos.

«Hazlo. Hazlo. Hazlo.»

El chico asintió. Todo frente a mí tomó un color rojo, pero respiré hondo y me controlé. Él se acercó y con el cuchillo que tenía en el bolsillo, cortó mi soga. Me liberé rápido, tomé su muñeca con fuerza y apreté hasta que soltó el cuchillo y lo agarré yo en su lugar. Y di dos pasos hacia atrás, apuntándole con el arma.

-Pero... -murmuró confundido, tosió y fue entonces que se dio cuenta de su error, su expresión cambió a una decaída.

Tosió más fuerte. Una y otra vez, se dobló del dolor y se llevó su mano a la boca. Cuando la apartó, vio sangre.

Lilith, little bitch [Daryl Dixon] | The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora