Otoño, 2015.
Se sentía en una nube: en una nube irlandesa de buen sexo y buena comida. Y en el doble sentido. Gala y Liam se habían dedicado a besuquearse los últimos tres meses; la atracción que sentían era tan intensa, que, con solo una mirada, la joven estudiante sentía que se mojaba entera. Y más aún, después de haber descubierto lo que su lengua húmeda podía hacer con ella.
La química entre ambos era innegable y aunque sus planes fueran más bien los de una pareja de tortolitos, ninguno de los dos había dado el primer paso para hablar de ello. ¿Qué eran? ¿Hacia dónde iba su relación?
Gala se sentía reacia de poner etiquetas; a Liam no parecía importarle. Así que ambos siguieron en silencio, disfrutando de su compañía.
Llegados finales de septiembre, su pelirrojo favorito echó el cierre al local durante un par de semanas e hizo las maletas para volver, temporalmente, a su hogar.
—¿Seguro que no puedes venir? Quizás luego podríamos dedicar unos días a viajar a España, para que veas a tu familia. —Liam había tratado de convencerla en vano.
El corazón de Gala se había encogido por dos motivos: porque Liam la hubiera invitado a viajar con él y porque le hubiera ofrecido retrasar la vuelta para ir a Barcelona.
—Me encantaría... —suspiró—. Pero será imposible. El cinco tengo la presentación en la universidad y el siete empiezo las clases.
El rostro de Liam se ensombreció tras escuchar sus motivos y su corazón se encogió por un solo motivo: tener que separarse de ella.
Con dulzura, la envolvió con sus grandes y fuertes brazos y la estrujó contra su pecho. Gala se sorprendió con aquel gesto tan repentino; no es que no la hubiera abrazado ya miles de veces, pero justo en aquel instante, la había tomado por sorpresa.
—Te echaré de menos —susurró junto a su pelo. Luego, acarició la melena oscura de Gala.
—Solo serán dos semanas —le sonrió ella, despegándose suavemente de su cuerpo.
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Todas las veces que pudimos ser y no fuimos
Romance«A veces nos topamos con la persona correcta en el momento equivocado.» Pues si eran eso, Gala y Kevin habían tenido muchos. Tantos, que cualquier persona cuerda habría terminado por tirar la toalla. «Pero cuando se trata de sentimientos, la sensat...