Capítulo 3

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EL ENFRENTAMIENTO.

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El eco de las palabras de Martin resonaba en mi mente, cada frase era una punzada de dolor y frustración. Su enojo hacia Alexander se había convertido en un muro entre nosotros, un muro imposible de derribar.

Hacia semanas que Martín no me tocaba, no quería verme.

—No puedo seguir fingiendo que nada de esto me afecta, Valeria. Lo siento, pero no puedo estar contigo hasta que resuelvas tus asuntos con ese tipo —dijo Martin con determinación, su mirada reflejaba una mezcla de amor y desesperación—. No tolero que te mire, Valeria. Tienes que arreglar esto antes de que lo mate.

El peso de sus palabras se hundió en mi pecho, dejando un rastro de dolor y conflicto. Mi mente se debatía entre la lealtad hacia Martin y el impulso de confrontar a Alexander, de cerrar un capítulo doloroso de mi vida.

Las emociones me embargaban mientras tomaba una decisión audaz. Con el corazón latiendo con fuerza, decidí enfrentar a Alexander una vez más, sin importar las consecuencias.

Me deslicé silenciosamente hacia el vestuario, el corazón palpitante y la determinación ardiente en mis venas. La puerta entreabierta reveló la figura de Alexander duchándose, una imagen que despertó una mezcla de emociones encontradas.

Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de sorpresa y confusión. La atmósfera se cargó de tensión, una energía palpable que presagiaba un enfrentamiento inminente.

—Valeria, no deberías estar aquí —dijo Alexander, su voz mezclada con sorpresa y preocupación—. Esto no es lugar para ti. No quiero problemas con el enfermo y tóxico de tu noviecito. ¿Sabías qué me ha amenazado?

Mis emociones se desbordaron, la ira y el dolor se convirtieron en una tormenta que rugía dentro de mí. En un acto impulsivo, entré en la ducha. El encuentro fue un torbellino de emociones encontradas, una colisión de pasado y presente que amenazaba con desatar un caos incontrolable.

—¿Estás loca? Vas a empaparte y enfermarte —Me acerqué un poco más a él.

Sin miedo a nada de lo que pudiera ocurrir.

El ambiente tenso se vio interrumpido por un gesto impulsivo. Sin pensarlo dos veces, me acerqué a Alexander y le di un beso rápido, una acción desesperada para demostrar que no había sentimientos ocultos entre nosotros. Un segundo contacto que pretendía disipar las dudas.

Sin embargo, el momento fue efímero.

—Yo... No debí hacer eso —dije en voz baja. Pero los murmullos provenientes del pasillo resonaron, alimentándonos de la llegada inminente de más personas al vestuario.

—Debemos escondernos —susurra Alexander.

En un movimiento conjunto, nos ocultamos detrás de las cortinas del vestuario, tratando de pasar desapercibidos. Los sonidos de pasos se acercaban, las voces de Martin y los entrenadores se hacían más claras a medida que se adentraba en la sala. El corazón me martilleaba en el pecho, temiendo ser descubiertos en nuestra situación comprometedora.

—¿Y qué hay de ese maniático que se quiere tirar a tu novia? —Uno de los amigos de Martín bromeaba con eso. Escuché a Martín dejar su pesada mochila en los casilleros del vestuario. Otro de sus amigos comenzó a reírse.

—Y parece que Valeria está un poco gustosa. A ella siempre le gustó tener la atención de todos, ¿no es así, amigo?

El tiempo pareció detenerse mientras nos manteníamos inmóviles, aguantando la respiración, temerosos de ser descubiertos en nuestra escondida posición.

Pecado MortalWhere stories live. Discover now