Capítulo 3

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Han pasado tres días desde el intento de robo de mi madre, levanté una denuncia y compartí con las autoridades el audio que grabé, además de que hablé con mi vecina y ella se ofreció a atestiguar sin ningún inconveniente. Mientras tanto, he cambiado la chapa de la puerta con la autorización de mi arrendatario, aunque mi mudanza comienza la semana siguiente. Hoy voy camino al centro de la ciudad con la intención de encontrar cintas para las cajas que estoy empacando, aún me hace falta ver la cuestión de cómo moveré mis muebles, el camión de mudanza no es barato, pero si no tengo opción, tendré que rentarlo.

Cruzo la calle, llegaré a una tienda que alguna vez bauticé como "encuentra todo lo que buscas 3000", desde que la conozco a solucionado mi vida y...

― Vaya, no esperaba encontrarte por aquí ― Me giro al no reconocer como tal la voz que habla a mis espaldas, pero entonces lo veo.

― Vaya, esto si que es coincidencia, el chico de los takis.

― Qué apodo tan más extravagante ― Sonríe ― No pensé que te volvería a ver tan pronto.

― Casualidad.

― ¿Y bien? ¿Puedo ayudarte con algo? ¿Ya te atienden?

― ¿Trabajas aquí? ― Él asiente, mientras mete su mano al bolsillo delantero de su pantalón y saca una pequeña placa, él la cuelga sobre su pecho ― Así que si tienes un nombre.

― Pues, cómo todos, ¿No? ― Se carcajea, mientras yo siento cómo el rubor asciende por mis mejillas, estaba nerviosa y pregunté lo más obvio.

― Perdón ― Respondo en un susurro apenas audible, su risa paró de forma automática, en seco.

Este muchacho debe estar medio transtornadito.

― La intención no era hacerte sentir mal ― Él extiende su mano derecha frente a mí ― Mi nombre es Isaac.

― ¡Daniel! ¡Tu regreso del almuerzo comenzó hace seis minutos!

¿No que se llamaba Isaac?

― ¡Ya estoy trabajando, Sara! ― El rueda los ojos ― ¿Cómo puedo ayudarte...? ― Me mira y frunce ligeramente el seño ― Ni siquiera sé tu nombre.

― Elizabeth.

―  Bueno, ¿Cómo puedo ayudarte, Elizabeth? ― Saco de mi bolso mi teléfono, lo desbloqueo y accedo al block de notas, ya había pensado en unas cuantas cosas que necesitaría.

―  Estoy buscando alguna cinta gruesa, que resista bien la sellada de una caja... Y tengo entendido que aquí vendían sogas por metros, ¿no? ―  Asiente ―  Necesito algunos nueve metros... 

―  Bueno, al parecer no eres la tierna chica que usaba pijama que conocí el otro día en la tienda, no quisiera ser tu enemigo ― Interrumpe. Su comentario hace que sienta las mejillas arder, así que subo la mirada a él, él sonríe, cómo si le gustara intimidarme.

―  No voy a secuestrar a nadie ― Me excuso ― Es para mi mudanza.

― ¿Así que, te mudas?

―  Sí, ya es tiempo de un cambio. 

― ¿Y te vas muy lejos?

― No, sólo es un cambio de fraccionamiento.

― Bueno, iré a buscar tus cosas antes de que me llamen la atención, ¿Algo más que necesites? ― Niego con la cabeza y él se da la vuelta,

Demasiadas preguntas...

— ¿Y tu? ¿Quién se supone que eres? ¿La nueva novia de Daniel? — Un niño de cabello chino y pelirrojo me mira desde el otro lado del mostrador, su altura apenas me permite conocer la parte de arriba de su rostro y parece estar de puntillas — Eres muy guapa, lo apruebo.

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