Cuatro

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Da los últimos golpes a las maderas del techo para entonces dar fin a la casa finalmente, bajando por las escaleras y alejándose un par de pasos para observar la construcción, permitiéndose sentir algo de orgullo por unos segundos. Nunca antes había construido algo igual, y si bien se guio por unos planos, el trabajo fue arduo y complicado, sintiéndose bien de cumplir con el principal de sus castigos.

¡Nada mal, forastero! — la voz de Natalan llamó su atención, notando los dos vasos con jugo natural que poseía en sus manos, a lo que sonríe con suavidad, acercándose a este para aceptar uno de los vasos que le ofrece.

¿Crees que le guste a Soarinng? — preguntó con duda en su voz, pues si el castaño decidía cambiar algo tendría que cumplirlo lamentablemente, y conociendo lo mandón que podía ser el de su dimensión, puede esperarse que el de este universo sea parecido en cuanto a eso.

Si, aunque no creo que el imbécil viva allí ahora que está con Locochon — admite con un tono de desagrado el oficial, tomando un trago de su bebida, por lo que lo imita, degustando la frescura de la bebida luego de haber estado tan sediento por el trabajo.

¿A quién le dices imbécil, idiota? — y la voz de Soarinng tras de ambos provocó que se ahogaran con la bebida, tosiendo a duras penas mientras se giraban a verlo.

Diferente a lo que acostumbraba a vestir, ahora lleva unos pantalones jeans grises y una camisa de botones amarilla bastante simple, con su sombrero en la cabeza para proteger su rostro de los rayos del sol. Su rostro expresa perfectamente el disgusto que tiene por verle la cara al pelinegro de ojo azul y negro, y Duxo puede sentir esa tensión, alejándose un par de pasos para darles un poco de espacio.

Al estúpido que rompió las reglas el día del pago de la cuota — Natalan no titubeó en discutir con el de mirada azul y amarilla, tomando un poco de su bebida para luego intentar cruzarse de brazos y alzar su rostro, en un intento inútil de intimidar al menor puesto que este resultaba ser de mayor altura que él.

No hubiera tenido que hacerlo de no ser porque el oficial no hizo nada para ayudar — Soarinng no dudó en contraatacar, y Duxo prefirió tomar la inteligente decisión de dar un par de pasos hacia atrás mientras observaba como se desarrollaba la situación; no es la primera vez que los ve pelearse, pero ciertamente era la primera ocasión que veía a los de ese universo hacerlo — Pudieron matar a Aquino.

Se sentiría entrañable de no ser porque la discusión dejó de ser una tontería. Se encoje en su lugar cuando el rostro del pelinegro de ojo azul se deforma en una mueca llena de dolor que pasa a transformarse en ira en cuestión de segundos.

¡Pudieron matarte a ti!

El pelinegro de ojo azul golpeó con su dedo el pecho del más alto, empujándolo un poco y sin notar como parte de su bebida se ha derramado. Los ojos del castaño se abrieron con sorpresa, abriendo su boca pero sin dejar salir palabra alguna de esta. Está asimilando la preocupación ajena en silencio, y Duxo se permite respirar tranquilo cuando la discusión parece haberse apaciguado finalmente, más pronto de lo esperado; no obstante, ahora hay un aire tenso surgiendo entre ellos, por lo que cree que es un buen momento para intervenir, aprovechando el tema de conversación.

Oigan, soy un poco nuevo en todo esto... — llama la atención de ambos, bebiendo un último trago de su jugo natural para continuar con su pregunta — ¿Pero qué se supone que es todo esto de la cuota y eso? — probablemente se deje en evidencia su nulo conocimiento sobre cómo trabajan en esas tierras, pero ve lo correcto ser honestos con ellos, ahora que sus muñecas ya no yacen atadas aun cuando el trabajo ha sido culminado y deba volver a su celda.

The Sheriff | WBNSxMCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora