Más que cervezas y cerezas

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*Narra Pol*

- ¡Cariñoo!- grité tras haber cerrado la puerta. - ¡Ya estoy en casa!

No escuché respuesta por parte de Bruno, así que empecé a buscarlo por el piso. No se encontraba en el salón esperando que yo llegase para preparar juntos la comida como suele hacer. Tampoco en la habitación descansando un poco del curro como otras muchas veces. Aprovechando que ya me encontraba en la habitación coloqué el maletín de clase y me puse cómodo. Me encanta mi trabajo como profe, pero también disfruto muchísimo ese momento de llegar a casa, estar con Bruno, ponerme cómodo y apagar de mi cabeza la multitud de voces de adolescentes hormonales. Pude percibir un ligero olor a comida proveniente de la cocina cuando finalmente salí de la habitación, Bruno debía encontrarse allí.

- ¡Brunetee!- grité por el pasillo. -¿Es que hoy no vas a esperarme para preparar la comida?

Cuando llegué a la cocina vi a Bruno sentado a la mesa. En esta había dos platos de pasta, unas velas y para coronar también había sacado la vajilla buena, la de ocasiones especiales que solemos utilizar únicamente en Navidad para sorprender un poco a los invitados.

- Sorpresaaa.- dijo finalmente Bruno mientras se levantaba para saludarme con un suave beso.

- ¿Pero y esto?- me senté junto a él a la mesa. - ¿Qué se celebra hoy? ¿Es el día de nuestro primer beso?- Bruno negó con una sonrisa.- ¿ El aniversario de vivir juntos?

- Nada de eso.- Me tendió la mano por encima de la mesa.- Me apetecía tener un detalle contigo y prepararte algo más especial. Aunque ya sabes que la cocina no es lo mío.- sonrió señalando los platos de pasta con tomate y queso que se encontraban sobre la mesa.

Sonreí y me quedé mirando a Bruno con cara de tonto. Lo quería tanto. Con él dos platos de macarrones medio fríos me sabían mejor que el manjar más caro del mejor restaurante italiano de Roma. Le acaricié suavemente la mano y me levante un poco de la mesa para poder darle un beso en condiciones.

- Muchas gracias por esto Brunete.- dije separándome lentamente de sus labios.- Seguro que es el mejor plato de pasta con tomate y queso que he probado nunca.

- También he preparado un postre que creo que va a gustarte.- puso voz de pillo.- Pero tendrás que esperar un poco porque es la segunda sorpresa.

- Eso suena a que has vuelto a hacer lo de las letras.- Bruno rió.- Creía que ya habíamos acabado con todo el abecedario hacía tiempo.

- Noo, no es nada de eso.- hizo una pequeña pausa.- Eso podemos dejarlo para la merienda.

La comida transcurrió con normalidad. Rara vez poníamos la televisión, aquel era nuestro momento de desconectar del trabajo y ponernos un poco al día de como había ido. Bruno siempre tenía algo que contarme sobre el teatro; algún proyecto nuevo, alguna obra a la que considera que podría interesarme asistir o alguna movida con alguno de sus superiores. Yo también suelo tener mucho que contarle. En el instituto pasan cosas a diario, siempre hay alguna movida entre profes o alguna alumna que te suelta alguna reflexión rara. A los dos nos encanta nuestro trabajo. Aunque Bruno hiciese la carrera de historia diría que trabajar en el teatro es realmente lo suyo. Me encanta como se le iluminan los ojos cuando me habla de un nuevo proyecto que le hace ilusión.

Después de muchos años Bruno y yo teníamos estabilidad. Los dos teníamos trabajos fijos, un piso y algo de dinero ahorrado. Además, en cuanto a la vida en pareja, podría decirse que estábamos mejor que nunca. Ambos estábamos cómodos en nuestra cotidianidad. Aunque tengo que reconocer que llegar a este punto tampoco ha sido un camino de rosas. Los inicios fueron muy difíciles. Yo me empeñé en poner barreras entre nosotros cuando las cosas podrían haber sido así de sencillas mucho antes. Ahora he descubierto que la verdadera felicidad no está en follar con todo el que puedas ni en hacer las prácticas sexuales más raras del Kamasutra, lo que realmente me hacía feliz era poder llegar a casa y saber que Bruno iba a estar allí esperándome. Pero supongo que eso es algo que he tenido que aprender con la edad, el chulito de clase del Angel Gimerá se hubiese reído en mi cara y me hubiese llamado moñas si le hubiese contado esto.

- ¿Bueno, qué? ¿Quieres que saque ya el postre?- dijo Bruno levantándose de la mesa. - Te aviso ya de que es un plato incluso más elaborado que la pasta. - me reí.

-Venga.- hice como que me tapaba los ojos.- Sorpréndeme chef.

Cuando volví a abrir los ojos había sobre la mesa un par de cervezas y dos cuencos llenos de cerezas. Me eché a reír cuando las vi, no me lo esperaba.

- Cervezas y cerezas.- dijo Bruno abriendo su lata.- He visto que para que una pareja vaya bien es importante mantener las tradiciones del principio. Así que aquí están, las mejores cerezas de la frutería para nosotros.

- Muchas gracias cariño. -volví a levantarme para darle un rápido beso.- Eres todo un romántico.- volví a acariciarle la mano mientras que con la otra empezaba a devorar las cerezas.

- No hay de que chulito, sé que llevas unas semanas más difíciles en el insti y quería tener algún detalle contigo. ¿Qué tal van las cosas con aquella alumna de segundo que me comentaste?

- No se muy bien como ayudarla la verdad. - cogí otras dos cerezas.- Parece que soy el único al que le importa que sea capaz de entrar en la carrera que tanto quiere. Lleva dos años esforzándose muchísimo y solo le faltan un par de décimas pero los demás parece que no...- me detuve en seco y me quedé mirando a Bruno con los ojos como platos.

Bruno sonrió antes de levantarse de la silla y dirigirse hacía mí. Yo aún sostenía el anillo que acababa de encontrar en el cuenco de cerezas, no era capaz de reaccionar. Bruno se quedó parado frente a mí, acariciándome ambas manos. Antes de que me diese tiempo a decir nada me quitó el anillo y se puso de rodillas frente a mí sosteniendo ahora él la sorpresa. Me giré hacía él con los ojos llorosos y con cara de tonto.

- Creo que ya iba siendo hora.- hizo una pausa para secarse las lágrimas.- Pol Rubio, ¿Quieres casarte conmigo?

Me quedé mirándolo unos segundos, quería tener grabada esa imagen en mi cabeza para el resto de mi vida. Me sequé las lagrimas y con una suave sonrisa me acerqué a él para besarlo. Uní nuestros labios aún con sabor a cerezas y me empeñé en grabar también en mi memoria a fuego aquel beso que acabábamos de compartir.

- Claro que quiero casarme contigo Bruno.- contesté finalmente aún entre lagrimas.

Bruno me puso el anillo con suma delicadeza, era precioso. Volvimos a besarnos, esta vez con menos delicadeza que las anteriores. Ambos estábamos eufóricos, quería empezar a saltar y a gritar por toda la cocina. Quería abrir las ventanas y gritarles a todos los vecinos: ¡ Voy a casarme con Bruno Bergeron! Necesitaba un avión sobrevolando la Barceloneta con una pancarta en la que pusiese: ¡Estáis todos invitados a la boda de Pol Rubio y Bruno Bergeron! Seguimos besándonos intensamente. Aparté las cosas como pude de la mesa sin separarme de él y lo subí sobre la mesa para continuar besándolo. Empecé a besar su cuello y a quitarle las prendas de ropa que ya empezaban a sobrarle. Ahora más que nunca sus labios sabían a cerezas y a felicidad.

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⏰ Última actualización: Apr 17 ⏰

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