40. Discoteca

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Me tomé mi tiempo para arreglarme, quería verme bien para la noche en la discoteca, opté por un vestido negro ajustado que había traído especialmente para la ocasión, era elegante pero sexy, perfecto para una noche de baile. Mientras tanto, Chris se decidió por un conjunto simple pero atractivo. Unos pantalones negros y una camisa del mismo color.

Al llegar a la discoteca, la música nos saludó incluso antes de entrar, una melodía vibrante y energética que pulsaba a través de las paredes. La energía del lugar era  como una corriente eléctrica que llenaba el aire y nos daba vida, nosotros, junto con las chicas, entramos con una determinación alegre. La discoteca estaba llena de luces de colores, gente bailando y música por todas partes, nos dirigimos al bar, pidiendo una ronda de bebidas para empezar la noche. Justo cuando comenzamos a acomodarnos y a disfrutar de nuestras bebidas, una figura familiar se acercó a nuestro grupo. Era Gerald, elegante como siempre, una sonrisa amigable en su rostro.

- ¡Gerald! - saludó Lizzi con entusiasmo. 

Todos nos volteamos para saludarlo, recibiéndolo con sonrisas y risas. Sin embargo, noté que Chris parecía tenso. Mientras el resto de nosotros intercambiábamos bromas y risas con Gerald, noté cómo los ojos de Chris se estrechaban ligeramente. No era difícil entender por qué: después de todo, Gerald era mi abogado, y Chris siempre había sido protector conmigo.

- Veo que están disfrutando de la noche -  comentó Gerald, tomando un asiento junto a nosotros. 

- Que bueno que viniste - comente sonriendo -

Sus ojos me encontraron, y por un momento, noté una chispa de algo en su mirada que se extinguió tan rápido como apareció. Chris apretó su mano alrededor de su copa, la tensión en su cuerpo visible incluso para un observador casual. 

Pero antes de que pudiera reaccionar, Lizzi propuso un brindis, desviando la atención del momento tenso. 

- ¡A una noche inolvidable! - exclamó, levantando su copa en un brindis.

Empezó a sonar una canción digamos un poco provocadora de esas que ponen a las chicas a bailar hasta el suelo.

-  Wow! escuchan -  Scar mi chica de espíritu libre con una sonrisa contagiosa nos miro - Hace mucho que no muevo las cadera - miro de reojo a Sebastián -

- Es lo tuyo amor - susurro Chris solo para nosotros dos - anda baila.

-  ¡Vamos chicas, es hora de quemar la pista de baile! -exclamó, y sin esperar nuestra respuesta, nos llevó a todas hacia la pista de baile.

Nuestros movimientos, sin restricciones y llenos de vida, atrajeron las miradas de la multitud a nuestro alrededor. Nuestras risas se elevaban por encima de la música, nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música, bailamos con pasión y alegría, el calor de la música y la emoción vibrando en el aire. La discoteca se convirtió en nuestro propio mundo, donde podíamos dejar de lado nuestras inhibiciones y simplemente disfrutar. Fue un momento íntimo y emocionante, compartido entre amigas y lleno de risas y diversión. Así pasamos horas.

Mientras tanto, Chris y los demás nos observaban desde la barra, compartiendo risas y conversaciones sobre sus propios temas, pero siempre manteniendo un ojo en nosotras. Cuando capte la mirada de Chris directamente en mi, una sonrisa traviesa se formó en mis labios mientras continuaba bailando, esforzándome en cautivarlo con movimientos delicados y sugerentes.

Con movimientos suaves y sinuosos, dejé que mis manos acariciaran mi cuerpo, siguiendo cada curva y enfatizando mis atributos, mis caderas se deslizaban con elegancia, siguiendo el ritmo apasionado de la música. Sabía que cada movimiento mío estaba destinado a atraer la atención de Chris, a despertar su deseo y su pasión. Sus ojos no se apartaban de mí, atrapados por la intensidad de la conexión que compartíamos en la pista de baile, cada gesto que hacía parecía alimentar el fuego entre nosotros, aumentando la tensión y el deseo que existía entre los dos, mientras continuaba bailando delicadamente, noté cómo  se levantaba de la barra y caminaba hacia mí con determinación en sus ojos. Mi respiración se aceleró mientras se acercaba, y un escalofrío de anticipación recorrió mi espalda, sin decir una palabra, envolvió su brazo alrededor de mi cintura y nos abrazamos en un baile compartido, le di la espalda, en un perfecto ritmo sincronizado, nuestros cuerpos se movieron juntos en la pista de baile, nuestros movimientos eran fluidos y armoniosos, como si estuviéramos en perfecta conexión, siguiendo los latidos de nuestros corazones. Sus manos acariciaban suavemente mi espalda, mientras nuestros cuerpos se balanceaban al ritmo apasionado de la música, el y su elegancia natural, se movía con suavidad y sofisticación en la pista de baile, cada movimiento suyo era fluido y calculado, hipnotizando a los espectadores con la sutileza de su danza. Su presencia radiaba una sensualidad serena que no podía pasarse por alto por las chicas que nos observaban.

Obscura Obsesión / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora