Puertas Traseras #CheyllsAwards

11 La Revelación del Ingeniero

Jonás toma la espada de su hermana y adopta una posición defensiva. Realiza un ataque, la espada se ilumina de azul y intenta cortarlo de arriba abajo. Jonás, sorprendido, apenas esquiva el golpe. Ante un segundo intento, logra agarrar la espada con fuerza, aunque siente que sus manos arden. Al notar que flaquea, gira la espada y la parte en dos.

La chica, al soltar su espada, comenta:
- No entiendo cómo un humano insignificante puede ser tan fuerte.

Jonás pregunta:
- ¿Pero vosotras no sois humanas?

Ella responde:

—No, somos descendientes de Jaled, somos lo que llamáis ángeles.

Jonás cuestiona:

—Entonces, ¿el gigantón también era un ángel?

La chica afirma:

—Sí, nosotros somos las trillizas de las valkirias, y el gigante, como lo llamas, es hijo de Goliat.

Jonás toma a la chica por el cuello y le advierte:

—Dile a tu jefe que cuántos más ángeles o lo que le salga de los cojones me mande, los enviaré de vuelta. Ah, se me olvidaba, dile también que me manda el arquitecto para que lo mate.

La suelta y le ordena:

—Dile eso.

Jonás se da la vuelta y se marcha. Las valkirias recogen los cuerpos de sus hermanas y se retiran. Antes de irse, una de ellas le dice:

—Toma esto, lo necesitarás.

Y arroja la espada por el aire; Jonás la atrapa al vuelo.

Varios días después, Jonás aún sigue nervioso; no sabe cómo calmarse. Sale de su casa y se va a correr. Cuando para al lado del río, empieza a sentir algo raro. De repente, el tiempo se para, y de la nada sale el oráculo, acompañado por dos tipos que vigilan la zona. Jonás lo ve y se alegra al reconocerlo.

El oráculo lo saluda,

—Hola muchacho, ¿qué tal?.

—Hola.—responde Jonás mientras le da un abrazo y el oráculo le sonríe.

—Me alegra mucho ver a alguien conocido, ¿cómo están los demás?"
Los chicos están bien, se salvaron gracias a ti.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Sí, claro.

—¿Para qué estoy aquí? El arquitecto me mandó, pero me dejó aquí a mi suerte. No sé a dónde ir y no soy capaz de encontrar ninguna puerta.
-Estás aquí porque eres el único capaz de derrotar al ingeniero. Te está poniendo a prueba. Toma, es un regalo.

El oráculo le entrega un colgante,

—¿Y esto? ¿Por qué me lo das?

—Es el colgante del peregrino. Te ayudará donde vayas. Cuando estés sin rumbo, te llevará por el camino correcto. Es un regalo.

—Gracias, oráculo.

—No, gracias a ti.

Uno de los guardaespaldas del oráculo le dice algo al oído.

—Bueno, Jonás, me alegra mucho verte.

El oráculo le coge la mano, le sonríe, le suelta la mano y se va por una puerta que apareció de la nada.

Jonás se queda mirando el colgante. Cruza el río, llega a la plaza, cruza la plaza y sale a una avenida, yendo en dirección norte hasta llegar a una catedral. Jonás se sorprende al ver la catedral y se gira para ver la fachada. Dos tipos rompen el cristal desde la roseta central y lo miran.

—Creo que nos estabas buscando, ¿no?

—No, al que busco es a tu jefe.

—Vaya par de idiotas.

—Me presento antes de darte una paliza, me llamo King y mi hermano Grik, somos de la estirpe de los Kabul.

—Me tendría que sonar de algo, ¿no? Jajaja.

—Te criamos, gracioso.

King lleva una katana y Grik un hacha. Le atacan ambos a la vez, pero Jonás esquiva los ataques con rapidez. Los hermanos se detienen para observar a Jonás.

—No nos dijeron que ahora es más rápido.

King ataca primero, pero Jonás esquiva y le da un rodillazo en el estómago. Mientras King cae, su hermano Grik grita:

—¡Te voy a matar!- Grik intenta un hachazo en la cabeza, pero Jonás esquiva y le da una patada en el pecho. Grik cae al suelo.

King recobra la conciencia e intenta atacar de nuevo, pero Jonás lo noquea con un puñetazo y realiza el "ataque del dragón". King cae al suelo inmovilizado en segundos. Jonás se gira hacia Grik, quien, al ver a su hermano muerto, entra en modo ira. Sacan sus armas y se dirigen hacia Jonás.

Jonás coge una katana del suelo, la desenfunda y para el ataque de Grik con la katana, hacha contra katana. Hacen mucha presión, saltan chispas entre los metales. Jonás pone una cara de loco homicida y empuja con más fuerza. Grik levanta mucho el hacha, queda desprotegido, y Jonás aprovecha para clavarle la katana en el corazón. Grik cae al suelo.

El colgante de Jonás comienza a brillar y se dirige hacia la catedral, observando una simbiosis. Al entrar, avanza hacia el cruceiro y, sin dudar, atraviesa una puerta, encontrándose en una suerte de limbo. En la oscuridad, aparece repentinamente en una habitación frente a un hombre.

—Hola, Jonás. ¿Preguntabas por mí? ¿Es así?
Con un gesto, el hombre impide que Jonás se mueva.

—Sí.
Jonás intenta moverse sin éxito.

—¿Qué quieres saber?

—¿Por qué estoy aquí?

—Creo que no te contaron toda la historia del porqué estás aquí. Te ilustraré. Todo tiene un comienzo. El arquitecto diseñó estos mundos, yo les di formas, pero necesitaba una manera de viajar entre ellos. Mandé diseñar las puertas traseras al creador de llaves. Gracias a él, ahora se puede viajar. Pero algo debió de hacer en la formulación, y algunos podéis verlas. Como los humanos sois codiciosos, las usáis para vuestro beneficio. Y tú estás aquí para hacerme cambiar de opinión y que inicie desde el principio. Pero... jajajajajaja.
Jonás intenta liberarse de los poderes del ingeniero.

El ingeniero se acerca y toca el hombro de Jonás, observa el colgante que lleva.

—¿Y esto? Si es el colgante del peregrino.
De repente, el oráculo aparece de la nada, abre una puerta, y realiza un placaje a Jonás, asegurándolo. Se cuelan por una puerta que se abre de la nada, el ingeniero y el oráculo caen al vacío. La puerta se cierra, y Jonás cae al suelo. Todo vuelve a ser blanco; Jonás queda en un estado parecido a la hibernación, sin saber cuánto tiempo ha pasado. Escucha un ruido lejano que se acerca, hasta que lo percibe como si estuviera dentro de su oído. Apaga el despertador, se levanta, va al baño y se mira extrañado al espejo. Después se ducha y va al trabajo. De camino, se encuentra con Juan, lo abraza como si no lo viera en años.

En la oficina, se encuentran con Sonia, y así pasan los días como si nada hubiera ocurrido.