Capítulo XIX

651 51 50
                                    

.
.
.

La tienda de modas era una locura en esos momentos, ya que solo faltaba un día para que las confecciones que debutarían en la semana de la moda en París, salieran del país para que llegasen a su destino.

Las modistas, los modelos, el personal administrativo y el diseñador, corrían de un lado al otro para cerciorarse de no olvidar ningún detalle.

Todo, para ese preciso momento, debía estar terminado, ajustado, bien doblado, planchado y empacado para salir a primera hora rumbo al aeropuerto internacional de Japón. La camioneta que iba a transportar las prendas esperaba en el estacionamiento, pues Takemichi no se iba a arriesgar a que se retrasara el vehículo y no pudiese llegar a la hora acordada; así que, le pagó a la compañía de transportes para que la camioneta estuviera en su tienda veinticuatro horas antes, y así asegurar que nada podría salir mal.

Él era un hombre extremadamente organizado cuando de su trabajo se trataba. Manejaba una agenda personal que tenía horas específicas para cada tarea que debía realizar, ya que era una forma eficiente de mantener calmada su ansiedad; la cual le hacía visitas inesperadas en momentos importantes de su vida.

Hanagaki supervisaba en este instante a todos sus trabajadores con la ayuda de su asistente personal; mientras él dedicaba un poco de su tiempo para atender a dos personas especiales que invitó a presenciar un desfile de modas privado.

—¡Wow! Es un trabajo excesivo y un control impresionante el que manejas aquí, Takemichi —espetó sorprendido. Al apreciar cómo cada empleado corría de aquí allá para no dejar nada olvidado—. Realmente es una gran labor que solo alguien como tú, podría controlar.

—Tú también tienes que lidiar con asuntos delicados. Grupos grandes de empresarios y proyectos gigantes. —Hanagaki le puso la mano en el hombro a su amigo de la infancia. El único que lo animó y motivó desde que era un niño pequeño. Cuando a sus escasos años de vida hacía garabatos en un cuaderno—. Tu trabajo también es complejo, algo que yo no podría hacer. Por eso te admiro tanto, Chifuyu.

—Cada uno desempeña y da su mayor esfuerzo en lo que ama —musitó Matsuno, cuando giró un poco la mirada para apreciar los ojos de su confidente; quien le daba la razón con un leve movimiento de su cabeza—. Estoy muy orgulloso de ti, Takemichi. Tú has y seguirás llegando muy lejos.

—Gra-gracias, Chifuyu. Significa mucho para mí tenerte aquí conmigo —confesó, pues realmente extrañó tenerlo tan lejos de su vida. Ellos jamás perdieron la comunicación y siempre se apoyaron aun en la distancia. Sin embargo, el que pudiesen estar juntos, uno al lado del otro, representaba paz y sosiego al alma del diseñador, ya que su mejor amigo era un cable a tierra que le proporcionaba estabilidad y tranquilidad cuando pensaba que todo podría estar mal—. Ven, siéntate aquí. Ahora voy a pedir que salgan los modelos para que puedas ver los diseños.

Los amigos se ubicaron en las sillas alrededor de la enorme pasarela que se encontraba al centro de la tienda. Engalanando el significado y concepto de la misma. Takemichi se sentó al lado de su amigo, dejando un espacio libre a la par del administrador. Una silla vacía que estaba reservada para alguien más que le pidió poder ver su trabajo cuando volviera de París, pero que el diseñador le prometió enseñar antes de que se fuera.

Esa persona estaba retrasada, pero se debía a la carga laboral que lo atormentaba. No obstante, confirmó su asistencia; así fuesen unos pocos minutos para apreciar aquello que sus ojos tanto deseaban.

Un desfile exclusivo y privado con los diseños de un reconocido diseñador que se consagró en el extranjero.

—Buenas tardes. Perdónenme el retraso, pero tuve que dejar redactados con anticipación unos documentos para poder tener unos minutos de descanso —arguyó cuando llegó el abogado. Sanzu prácticamente corrió desde el bufete de abogados para estar por lo menos una hora en la tienda del diseñador. Aunque estaba atiborrado con papeles y casos sumamente complicados, no quería perderse la exclusividad que amablemente Hanagaki le obsequió al dejarlo ver en primera fila lo que desfilaría en las pasarelas de París—. Así que, espero no haber llegado tan tarde. Perdón.

A puerta cerrada [MaiTake]Where stories live. Discover now