013

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Aquella noche supe que el fabricante de lágrimas no era alguien malo, claro que no. Comprendí entonces que todos lo somos, y que de la misma manera, todos tenemos uno.

Es la persona que es capaz de hacernos llorar, que pude destrozarnos o hacernos felices con tan solo mirarnos. La persona que nos hace sentir hasta lo más mínimo, llevándonos al límite.

Yo era el suyo, pero él era el mío. Y me costó tanto aceptarlo, que una parte de mí está segura de que siempre lo fue.

Nica y yo nos encontrábamos bajando las escaleras de casa, preparadas para irnos a la casa de Miki, esperando que Billie llegara para recogernos.

—¿Salís? —nos preguntó Anna cuando nos vio, deteniéndose.

—Sí —respondí.

—Vamos a estudiar con Billie y Miki, después iremos directamente a la fiesta —continuó Nica.

—¿Fiesta? —cuestionó Anna.

—En el insti —dije yo.

—¡Qué bueno! ¿Va también Rigel?

Yo me quedé en silencio, mi corazón como loco cada que escuchaba aquel nombre. Era increíble todo lo que pueden significar las personas para uno.

Nica me miró de reojo, para después responder:

—No lo sabemos. Últimamente no hablamos mucho con él.

—Mhm —asintió Anna—. Me he dado cuenta.

Llamaron a la puerta, Anna abriéndola rápidamente dado que se encontraba justo enfrente, mostrando a Billie.

—Buenos días, señora Milligan —saludó.

—Hola, Billie —sonrió Anna.

—Nos vamos —Nica y yo nos despedimos de ella, dándole un abrazo cada una.

—Muy bien, divertiros —dijo—. Que no vuelvan muy tarde —miró a Billie.

—Tranquila, señora —tranquilizó Billie, agarrándonos a cada una de un brazo—. Están en buenas manos.

Entonces, salimos por la puerta, despidiéndome por última vez de Anna antes de marchar a casa de Miki.

Entonces, salimos por la puerta, despidiéndome por última vez de Anna antes de marchar a casa de Miki

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—¿No están guapísimas? —aplaudió Billie una vez nos pusimos la ropa que nos dieron, sonriendo.

Cuando llegamos a la casa de Miki, estuvimos estudiando como por diez minutos antes de comenzar a ponernos ropa para la fiesta.

Nica llevaba un precioso vestido negro, la parte de arriba de encaje mientras que la falda era fluida. Yo, en cambio, llevaba un corsé de encaje negro con una falda, también fluida, del mismo color.

Ambas íbamos espectaculares.

—Mucho —respondió Miki ante lo dicho por Billie, pero me di cuenta de que tan solo la observaba a ella.

STELLE, rigel wilde Where stories live. Discover now