Capítulo 8. Historia vacía

11 4 7
                                    

Desperté en los brazos de Iker, aunque ambos intentamos evitarlo durante la noche. Nos movíamos incómodos y tratábamos de alejarnos el uno del otro durante ese momento que intentas dormir y no lo consigues, sin embargo, el sueño llegó, y Morfeo nos empujó, enredándonos con brazos y piernas, a pesar de la sábana que aún nos separaba.

Prácticamente en nada, pero es más fácil engañarse que asumir la verdad.

Porque la verdad, es que cuando pasas tanto tiempo durmiendo con alguien, tu cuerpo actúa de memoria, en especial cuando te sientes a gusto con esa persona. Te acostumbras a extender el brazo por la cama y encontrar a alguien que acompaña tus sueños. Te acercas y lo abrazas, casi de manera inconsciente. Y en esa cama, yo no era la única que actuaba de esta forma.

Me permití un momento de confusión mientras memorizaba el tacto de sus brazos en mi espalda, y el calor de su cuerpo presionando el mío.

Me aparté cuando empezó a despertarse, y le di la espalda, fingiendo haber estado dormida. Lo escuché gemir, desperezarse y luego aclararse la garganta antes de hablar.

—¿Sam? ¿Sam? —susurró, tocándome el hombro—. ¿Estás despierta?

—Ahora sí —murmuré, como si acababa de hacerlo.

Lo escuché reír. Me giré para darle la cara, aún con los ojos entornados

—Buenos días. ¿Cómo te sientes?

—Como si hubiese tragado arena —confesé, al sentir la boca seca—. Y espero que ese pequeño dolor de cabeza sea solo matutino.

—Perdón, Sam. Debimos parar cuando te subiste a la barra y empezaste a hacer un baile sexy.

—¿¡Qué hice, qué!? —exclamé, incorporándome de golpe en la cama. Me llevé la mano a la coronilla, en un vano intento de calmar el dolor.

—No es cierto —se burló Iker, apoyado cómodamente en la almohada—. Pero casi, tuve que obligarte a bajar de... Espera, ¿no lo recuerdas?

Negué con la cabeza.

—¿Y el karaoke con el DJ? ¿El concurso de cervezas? ¿La voltereta en medio de la pista?

—Espero que sigas bromeando.

—Sí —dijo con una sonrisa—. Nunca hubo un concurso de cervezas.

—Ay, por Dios. —Me dejé caer en la almohada, llevándome la mano al rostro, mientras Iker se carcajeaba, burlándose de mí.

—Cuando estés más despierta, te enseñaré las fotos. Fue algo épico. Nunca lo olvidaré.

—Espero yo nunca recordarlo.

Se hizo un silencio largo, que empezó a sentirse incómodo. Fue tal el nivel de sensibilidad de ambos, que pude sentir el cambio en su respiración antes de volver a hablar.

—Exactamente..., ¿qué es lo que recuerdas?

Me tensé. Con toda probabilidad, Iker intentaba descifrar si recordaba lo que había ocurrido la noche anterior antes de dormirnos. Y en ese momento creí que fingir era lo más apropiado. Así que lo hice.

—Yo... recuerdo haber estado bailando con un tipo, luego te encontré y empezamos a beber en la barra antes de ir a bailar. Ahí las cosas se vuelven algo confusas. Recuerdo que llegamos aquí, intentaste darme café y luego recuerdo vagamente darme un baño. Creo que discutimos por lo de la cama y luego me dormí. Eso es todo.

Rio con nerviosismo, liberando la tensión que no sabía que estaba reteniendo. Hizo una broma sobre el alcohol y sacudió mi cabello antes de anunciar que ocuparía el baño primero para que durmiera un poco más.

Donde el sol se esconde - ONC2024Where stories live. Discover now