5 Siento un hueco

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Algo dentro de mí bullía, era cómo si una colmena entera de abejas, hubiese estado dormida hasta hace poco y una abeja fue despertando a las demás. Ahora el susurro era un bramido y estaba a punto de ser un rugido de auxilio. Algo en mí, no estaba bien y lo que le pasaba a mi abuelo, solo fue la punta del iceberg. Sentía un río de emociones que en cualquier momento iba a desbordar inundando todo a su paso, yo no estaba bien, nada bien y no supe que tanto había acumulado hasta que la barrera cedió, y la primer fractura en la pared, fue una discusión por algo que no era tan grave, con mi mamá Scarlett.

—Estás muy raro —se acerca Alma y se sienta a mi lado, dándome una naranja— ¿Qué te pasa?

—¿De qué hablas? Soy el mismo de siempre.

—Te quedas mirando a la nada muchas veces, es cómo si tu cabeza va a una velocidad y tu cuerpo va a otra, simplemente te desconectas.

—Se llama disociar en psicología.

—Da igual su nombre grandulón. Estás triste todo el tiempo, aunque sonrías.

—A veces desearía que no me conocieras tan bien ¿Ellas lo han notado?

—Sí, pero quieren darte tu espacio ¿Me dirás qué te pasa?

—Simplemente pienso en demasiadas cosas —exhalo y me como un gajo de la naranja—, ya han pasado tres meses de su diagnóstico y sabíamos que iba a empeorar pero quizás no estoy listo para esto. A veces me pregunto cómo fue que Sam pudo aguantar deteriorarse así, solo para darme tiempo, y si yo no hubiera existido tal vez ella podría estar viva.

—Mamá ya te explicó que no se podía hacer nada, y ella cómo médica lo sabía, te eligió Valen y ese fue el mayor acto de amor de ella contigo.

Suspiro, mi hermana apoya su cabeza en mi hombro y vuelvo la vista a mi libro, ella apoya la cabeza en mis piernas y se queda dormida, siempre ha tenido facilidad para dormirse en cualquier lado, no tiene una cabeza que sobre piensa mil veces las cosas. Miro a nuestra casa y veo a nuestras madres bailando y riendo con nuestros hermanos adentro. Tengo casi todo lo que cualquiera podría desear, una familia, madres y hermanos que me aman, abuelos por 3 y aún siento este vacío en mi pecho ¿Por qué no puedo ser feliz?

—De verdad que tiene facilidad para dormirse en cualquier lado —dice má mirándome con sus ojos azules, siempre han contrastado demasiado bien con su piel blanca y su cabello negro. Mamá está muy enamorada de ella y nosotros estamos orgullosos de ser sus hijos—. Tus abuelos —me saca una pestaña— seguro te llamen para ir a pescar este fin de semana —estoy a punto de negarme—. No te hemos prohibido ver a George, pero también puedes compartir con ellos, hace mucho que no te ven, incluso tu abuela —la madre de Sam—, hace mucho que no te ve, tampoco te juntás con el hijo de Alice —suspira—. El acuerdo fue que veías a George pero no te cerrabas solo en él —apoyo la cabeza en el árbol a mi espalda.

—Está bien, iré con los abuelos y quizás puedo ver a mi abuela la semana que viene.

—Perfecto —me dice mientras acaricia la cabeza de Al en mis piernas— ¿Tú estás bien?

—Lo estaré.

No muy convencida con mi respuesta me mira a punto de decir algo más, pero mamá se hace presente con dos tazas de café y me entrega una, se agacha para besar a Alma en la frente, toma de la mano a Má y ambas entran en la casa.

Cómo pueden tener animos sabiendo que él va a morir y cada día que pasa, es un día menos para George. Supongo que cada quién lleva su proceso y que alguien tiene que mostrarse un poco más fuerte, sino todos nos derrumbariamos.

—Al —le pico la mejilla— despierta, estás llenándome de baba mi pantalón y me da asco.

—Que molesto eres.

—Toma —le ofrezco el café que mamá me dejó— ¿Dormiste bien? Me acalambraste la pierna.

—¿Mamá me dió un beso en la frente?

—Sí y má, te estuvo acariciando el cabello —ella sonríe— ¿Hasta cuándo vas a fingir que no te gusta que te mimen?

—Ya es cómo soy, aparte si saben que soy igual o más melosa que ustedes, no voy a dejarlos en paz y tengo que moderarme —me río ante su conclusión— ¿Irás a pescar con los abuelos? Necesitamos una tarde de chicas nosotras y no podemos con ustedes metidos en medio —se ríe y me empuja un poco.

—Sí, a Kirán le va a encantar explorar es un curioso nato.

—Todo va a estar Val, no ya, pero eventualmente. Que las personas mueran es parte de la vida y al menos tenemos la oportunidad de saber cuánto tiempo más o menos le queda —se llenan los ojos de lágrimas—. Lo vamos a extrañar muchísimo.

La abrazo fuerte, Alma siempre trata de poner buena cara, aunque es la más "gruñona" de nosotros, pero ambos nos la pasamos casi el primer mes llorando lo que dejaría la ausencia de nuestro abuelo en nuestras vidas, imaginé muchas veces lo devastada que estaría mamá, él es prácticamente su única familia. Tiene amigas cómo: la tía Alice y el tío Cris,  Tricia y Julia, y ahora Audry y Rebeca, pero su familia cómo tal es solo George y nosotros.

—¡Niños a merendar! —nos llama mamá.

Entramos y ellas están sentadas tomadas de las manos, mientras conversan con nuestros hermanos más chicos, casi 18 años juntas y aún se aman cómo su estuvieran en el inicio de su relación.

—Vamos a ir a almorzar con el abuelo —dice mamá— lleven juegos de mesa que haremos un torneo, también irán sus primos —los hijos de los hijos de Agnes.

Una juntada familiar todos en su casa, me cuesta difrutar el momento y pensar que esto tiene fecha de caducidad, que no creo que de nuevo volvamos a estar todos juntos de nuevo. Observo y saco fotos cómo un ajeno al entorno, ellos riendo, mie abuelo, Agnes, mi familia.

—Dame la cámara —me dice Al a mi lado— les has sacado fotos a todos y tu no sales.

—Me siento más cómodo detrás de cámara que en frente.

—Sí, no me digas. Dame la cámara —estira la mano—. Sabés que no tengo métodos muy convencionales, dame la cámara —Me quitó la tira y a regañadientes se la doy—. Ahora ve a convivir y socializar —me empuja—, ve, ve niño nerd —me río.

Me mimetizo con el entorno, tomo asiento a su lado, mis madres me miran abrazadas y me sonríen. Escucho a mi abuelo contar anécdotas sobre su vida, sobre cómo se conocieron con Agnes, sobre mamá que cómo rara vez, está ruborizada, y má se ríe a su lado molestándola. El clima es ameno y por un momento el vacío que siento en mi pecho, cede.

Llegamos a casa y ayudo a bajar a los mellizos de la van familiar. Dejo a Kirán en su cama y mamá deja a Hope, los arropamos.

—¿Estás bien hijo?

—Sí.

—Tienes la mirada triste —acaricia mi mejilla— ¿Seguro estás bien?

—Sí, bueno, lo estaré.

La favorita de la profesora 3Onde histórias criam vida. Descubra agora