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26 de abril 2024

La idea de que fans viesen en Chung-ae y en mí una relación, se volvió incómodo, y no porque algo ocurriera, sino porque hace muy poco había tenido la sensación de preguntarme si él sería alguien de mi agrado como una pareja y la respuesta fue «no», aún así, sentí que mi cabeza había impulsado al mundo a demostrarme lo que sería de tener una relación con el chico, aunque fuese por parte de pensamientos ajenos, y la respuesta era: incómodo.

Jodidamente incomodo.

Y era por mi propia reprendida mental que me hallaba manteniendo distancia con el chico, y quizá, porque mi propio pesimismo acarreaba todo eso.

Sentía que era mi culpa que un pensamiento inocente por cuestionarme mis sentimientos realmente, había sido un modo del mundo de decirme "sigue preguntando, y pasaran malas cosas". Y quería llorar.

Eso me llevó a encerrarme en el baño de la empresa de HYBE al llegar, buscando un respiro. Sin evitarlo, recordando momentos en los que siempre era un baño mi protector a la indecisión y el miedo.

Mi cabeza se hallaba turbulenta, y lo que pasaba ahora, en una situación que simplemente no me gustaba, me llevaba a maldecir a todos los medios existentes.

Detestaba sus ideas, detestaba que inventaran cosas o agregaran todo tipo de cosas que hiciesen pensar a otros solo por tener dinero y vistas. Me hartaban.

Y por otro lado, no podía molestarme. Era evidente que el tema de las "relaciones" saldría en algún punto, no sólo por medios comunicativos, sino por fans. Y eso lo hacía incluso más incómodo si pensaba en todos los Idols que habían pasado y pasan por ello.

Yo no quería eso, ni comentarios, ni palabras, ni nada que diese idea a que Chung-ae y yo podríamos relacionarnos de forma que no fuese como hermanos. Me causaba cierto asco.

Pero de nuevo, ¿qué podríamos hacer?

Lo único era dejar claro que cada uno tenía sus parejas, pero eso nos pondría en problemas. Y más si no estaba del todo claro que las tuviéramos, al menos, en mí caso.

—¡Odio esto! —chillé harto, y me levanté del suelo en el baño tras descubrir que mi paz no llegaba—. Ni porque acepté estar en esto, mejor me iba si la sola idea de esto me molesta. Chung-ae y yo en una relación, gente loca.

Me detuve frente al espejo, acomodando mi cabello y debatiendo conmigo mismo mientras veía el reflejo.

Sí, mi cabeza estaba más exasperada de lo normal, y momentos así me hacían pensar en mi inocente juego de niños y, como Seong-su los había llamado, mis amigos.

—Jeon Kyle —señalé a mi reflejo, y quien me viera, creería lo más correcto: estaba loco—. Continúa de este modo y juro que me harto de seguir con vida.

Y era ahí cuando el juego dominaba en mi cabeza, la molestia floreciendo de un modo que me parecía irreconocible y los recuerdos golpeando con fuerza haciendo que el mundo se sintiese distante.

"—Dan-ah, enojarse está mal" —había dicho mi abuela paterna cuando tenía cuatro—. "Eso da oportunidad al enemigo de entrar en nosotros y manchar nuestra alma."

Yo había apretado los labios porque para aquel entonces ya me sentía sucio, y delimite que de existir, Satanás sería mi amigo.

Y entonces, la creación de Kyle llegó cuando Yue fue apartada de mi lado y quedé sin amigos. Su nombre viniendo del gaélico escocés y significando estrecho, que podía desglosarse en "mezquino". A mi mente le había parecido lo mejor del mundo tras decir que, toda mala acción o sentimiento que quienquiera me dijese "estaba mal", entonces, era culpa de Kyle.