Capítulo 12

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La rubia miró el borrador que tenía frente a ella, se frotó la frente con su mano izquierda donde tenía un dolor de cabeza desde hacía tres días. Seguramente era el karma actuando sobre ella por ser una mala novia.

Hablar de lo ocurrido y pasar tiempo juntas era lo que deberían haber hecho, sin embargo, se sintió muy abrumada y asustada de haber tirado abajo todos los intentos de Jimin. Escondiéndose en su oficina con la excusa de que tenía que terminar el capítulo. Wendy llamó temprano el lunes por la mañana, preguntando si ya lo tenía preparado, ya que la fecha límite se acercaba, entonces, se dio cuenta de que había estado muy distraída con sus problemas con Jimin como para prestar atención a sus obligaciones laborales. Todavía tenía dos días, pero aún había mucho que hacer y todo los pensamientos que pasaban por su cabeza le estaban dificultando hacerlas cosas.

Apenas había hecho un progreso, no solo en el trabajo, sino también en sus emociones. Pasaba todo el día en el estudio y se dormía tarde, para luego despertar cuando ya Jimin se había ido al trabajo. No era como si lo hiciera para no estar con su novia, sino todo lo contrario.

Minjeong había aprendido mucho más sobre sí misma en ese tiempo, y no le gustaba nada lo que había descubierto.

Ella sabía que toda esa situación no era culpa de Jimin, pero eso no le impidió sentirse mal y enojada por todo. Al esconderse, de alguna forma, estaba protegiendo a Jimin. Lo último que quería era herirla con sus palabras, ya que no podía controlar sus emociones. Minjeong supuso que ella sería un poco más madura a esta altura, pero, desde que Jimin le contó sobre esa maldita marca, no pudo evitar maldecir al destino por su mala suerte y pensar en formas para mantener a Jimin alejada de su alma gemela.

Una parte de ella le decía que se aferrara a su novia para siempre, porque no podía imaginar una vida sin ella. Esa parte, demostró ser mucho más grande de lo que creía. La rubia perdió la cuenta de cuántas veces había agarrado la cajita de terciopelo del cajón, sus instintos le decían que actuara tan rápido como pudiera y se asegurara de que Jimin estuviera con ella para siempre, así podrían irse a un lugar en donde la tal Aeri nunca podría encontrarlas. Ese tipo de pensamientos la hacían sentirse como una mierda.

Se suponía que el anillo dentro de esa caja, era símbolo de amor y afecto y ella ya había planeado el momento adecuado para dárselo, las palabras correctas que decir para que el momento fuera perfecto. Usar el anillo para mantener a Jimin junto a ella no solo era egoísta, sino que era un acto de cobardía. No importaba que la situación la empujara al límite, Minjeong nunca sería capaz de llegar tan lejos. Proponerle ahora solo las haría más miserables y arruinaría la pequeña posibilidad que tenían de tener un futuro juntas.

Incluso si Jimin aceptaba, no cambiaría el hecho de que en alguna parte ella aún tenía a un alma gemela que nunca tuvo la oportunidad de conocer y eso afectaría la relación, sería una amenaza constante. Vivir así no era tener un final feliz.

Terminó por enterrar la pequeña caja entre un montón de hojas, de nuevo, dentro del cajón.

La otra parte de ella, la más lógica y desinteresada, era más sutil. Dejaba un mensaje en una esquina de su mente, un simple recordatorio. La felicidad de Jimin siempre es primero. Siempre.

Las almas gemelas se llaman así por una razón. Dos personas que están juntas como si fueran una sola. Las parejas unidas por las marcas siempre fueron felices, sin importar nada. Ella lo sabía, sus propios padres y hermanos lo tenían. Era un vínculo como ningún otro, algo que ella nunca podría replicar.

¿Cómo podría interponerse en la felicidad de Jimin? ¿Y qué había de la otra chica, no merecía también una oportunidad?

Quizás aquel viejo dicho era cierto y amar era dejar ir, si en verdad amaba a Jimin, la dejaría vivir su destino predestinado.

The mark; winrinaWhere stories live. Discover now