Capítulo 20

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El domingo pasó muy rápido para Jimin. Minjeong estaba de vuelta en casa y parecía volver a ser la Minjeong de siempre, lo que significa que pasaron su domingo juntas en el sofá viendo películas viejas y mucha comida. No era exactamente como solía ser, pero era agradable y ella hizo todo lo posible para disfrutar cada momento de su día.

Se había saltado su reunión habitual con Aeri, haciéndole saber que necesitaban hablar pronto, se sentía culpable al tratar la situación como si fuera un tema de negocios, pero no podía ver una solución mejor que ir directamente al grano y decirle su decisión a Aeri directamente mañana. Era justo que ella fuera honesta.

Aun así, Jimin había pasado todo el día deseando que llegara el lunes lo antes posible. Su mente insistía en volver a la misteriosa librería que había visitado aquella vez, su instinto le decía que debía volver allí, y no importaba lo tonto que sonara, estaba muy tentada a hacerlo.

Jimin salió del trabajo más temprano el lunes para intentar una vez más encontrarse con la dueña de los Manuscritos de Bae, el lugar espeluznante que estaba cerrado cada vez que lo intentaba visitar antes. Su parte más racional le dijo que debería olvidarse de ese lugar extraño, que Irene debe ser sólo otra mujer loca. Sin embargo, ella no tenía muchas opciones con respecto al asunto de las almas gemelas, le gustara o no, el lugar era el único donde podía encontrar libros detallados sobre el tema y si podía tener la oportunidad de echarles un vistazo incluso aunque solo fuera por un rato, valía la pena intentarlo.

Esta vez, cuando se detuvo en la librería, encontró la puerta abierta, como si la estuviera esperando. Levantando las cejas, sintiéndose un poco incómoda de aventurarse dentro de la habitación polvorienta una vez más, dio pasos cuidadosos. Al igual que la primera vez, el lugar no tenía ni un solo cliente, los libros todavía estaban desordenados en todas partes y la iluminación apenas era suficiente para que ella leyera algún título.

Aunque ahora había una diferencia bastante evidente, la cual tomó forma de una alta morena que la miraba con una expresión tan fuerte que automáticamente hizo que Jimin se sintiera incómoda. Por un momento se miraron la una a la otra, hasta que la mujer más joven no pudo soportar más el silencio y habló.

—Hola. Soy Yu Jimin— Se inclinó cortésmente, sin atreverse a acercarse a la mujer. —Creo que me enviaste un correo electrónico hace un par de días. Eres Irene, ¿verdad?

—Supongo que alguien lo hizo— Su tono no tenía ninguna inflexión, era tan plano como su expresión. Ella dio unos pasos más cerca de Jimin. —Soy Irene— Siguió con una breve reverencia mecánica.

Jimin cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro, incómoda con la forma en la que Irene aún mantenía sus ojos somnolientos sobre ella. Ella realmente quería ir a tomar uno de los libros, o tal vez una docena de ellos, todo lo necesario para encontrar algo útil. Pero estaba teniendo dificultades para actuar bajo esa mirada.

—Lo siento, no quiero sonar... grosera, pero no tienes ningún libro nuevo aquí. La empresa para la que trabajo no se ocupa de antigüedades— Miró a su alrededor, comprobando una vez más si había una señal de algún libro publicado al menos en el siglo pasado. Pero nada.

—No tenemos ese tipo de libros aquí— Fue todo lo que dijo. Ella no parecía muy habladora.

Jimin tuvo que abstenerse de suspirar, decidiendo dejar a un lado su postura de profesional.

—¿Qué es este lugar? Esto no es una librería, ¿verdad?

—Es una biblioteca. Solo abrimos para ocasiones especiales.

¿Ocasiones especiales? El lugar de por sí parecía sacado de una película de terror, y ahora la dueña tuvo que agregar sus propias palabras espeluznantes a la atmósfera.

The mark; winrinaWhere stories live. Discover now