Capítulo 19

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Las horas se arrastraban a lo largo de la mañana con la misma velocidad de una babosa coja, mientras yo ocupaba un asiento en la tercera fila, justo delante de Brad Owens. Él había insistido en ofrecerme su lugar ante todos nuestros compañeros de clase, quienes nos observaban perplejos, incapaces de entender el motivo detrás de su inesperada cordialidad.

—¿Se puede saber a qué estas jugando...? —murmuré entre dientes, girando un poco la cabeza para mirarlo por encima del hombro. Las mejillas me hervían de vergüenza.

—Solo estoy echándole una mano a mi querida compañera Shannon Turner. Se ha sentado detrás de mí durante dos años y nunca se ha perdido ninguno de mis partidos. —Brad tomó asiento de muy buen humor, colocando todas sus cosas encima del que antes era mi pupitre.

—¿Quién narices es Shannon Turner? —pregunté algo desconcertada, hasta que se me iluminó la bombilla. Yo misma había creado a ese personaje con el único propósito de burlarme de él; para que confesara que no recordaba ni a la mitad de sus compañeros de clase.

—Me parece que ella está secretamente enamorada de mí. —Brad se arrellanó en su silla la mar de tranquilo, mientras algunos alumnos nos miraban de reojo.

—Ni en tus sueños, Owens. —Me di la vuelta para enfrentarlo. No estaba de buen humor, a primera hora de la mañana me habían vuelto a atosigar unos gilipollas del equipo de futbol, insultándome, dándome empujones y pegándome una notita con la frase: «Mamona, la aspiradora». No tenía ni idea que querían decir con eso, pero ellos se partieron de risa debido a la notita.

—No te ofusques, mujer. Solo quiero echarte un cable. Me he enterado que están metiéndose contigo y voy a dejarle bien claro a todo el mundo que eres mi amiga y que nadie puede tocarte un pelo —aclaró Brad, guiñándome un ojo—. Recuerda que soy Pasilloman, así que mi deber es proteger a mi profesora de repaso de los malhechores.

Me quedé sin palabras, totalmente aturdida, sin saber qué responder.

—Abran el libro por la primera página. —Empezó a decir el profesor Madden, situándose en su lugar con la novela «Moby Dick» entre las manos—. Esta épica obra maestra de Herman Melville, nos relata la búsqueda obsesiva del cachalote blanco por parte de Ahab, quien es un tosco marino. La obsesión del capitán de barco simboliza la lucha del hombre contra la naturaleza y sus propios demonios internos.

Durante buena parte de la clase noté un cosquilleo en la nuca. Cada vez que giraba un poco la cabeza, lo veía por el rabillo del ojo, con la mirada fija en mí. Traté de ignorarlo, centrándome en las palabras del profesor sobre aquella novela de literatura clásica, pero su persistencia me distraía. No fui la única en darme cuenta de su extraño comportamiento, varios compañeros también se percataron e intercambiaron miraditas entre ellos.

Cuando el profesor Madden dio la espalda a la clase para anotar algo en la pizarra, Brad me lanzó una notita, que cayó junto a mi libro abierto. Poniendo los ojos en blanco, tomé el papel y lo leí:

«Dime el nombre de todos y cada uno de los que se hayan metido contigo y yo me encargaré de que no vuelvan a hacerlo».

Debajo del texto escrito a mano había un dibujo cutre de una carita enfadada. Soltando un resoplido de impaciencia, le respondí:

«Te lo agradezco, Owens, pero soy mayorcita y puedo ocuparme de mis cosas. No necesito a una hermanita de la caridad que se encargue de resolver mis problemas. Además, la directora nos ha prometido buscar una solución».

Le lancé el papelito de regreso, procurando que el profesor no se diera cuenta de nada. No ocurrió lo mismo con el resto de alumnos que nos miraban con intriga. Pasados unos minutos, volví a recibir la misma notita.

LA CHICA DE LOS VIERNES ·ϿʘϾ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora