⚽ Capítulo dos ⚽

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Bianca

—No me estás entendiendo, te dije que este no es el medicamento, el que llevé el mes pasado tiene una cajita verde.

—Es lo mismo, señora. —negó varias veces con la cabeza y cruzó los brazos— Usted me pidió ibuprofeno y esto es ibuprofeno.

—Pero el que yo compro tiene cajita verde.

—Pero es lo mismo. Lo único que cambia es el laboratorio y la marca, el fármaco sigue siendo el mismo. —mi paciencia se estaba agotando a tal punto de que ya comenzaba a preguntarme si seguir en la carrera de farmacéutico era una buena opción.

—Bueno, pero yo quiero el que siempre llevo. —cerré los ojos con fuerza y dejé la cajita de ibuprofeno nuevamente en su lugar.

—Alexis. —pronuncié en voz alta, captando casi de inmediato la atención de mi compañero— ¿Puedes atender a la señora? Por favor. —me sonrió de mala gana y caminó en mi dirección, dispuesto a atender a la señora y mostrando su mejor sonrisa falsa.

Caminé en dirección al depósito y pasé la mirada por cada estante lleno de fármacos hasta llegar al final de la fila, dónde encaré directamente hacia los baños.

—No quería estudiar enfermería para no ver culos ajenos y ahora tengo que bancarme a viejos imposibles. —me quejé y me incliné sobre el lavabo para echarme agua en la cara.

Cerré los ojos con demasiada fuerza y me mantuve inclinada en mi sitio mientras maldecia en voz baja una y otra vez.

—Bianca.

—¿Que? —respondí de manera brusca y me di la vuelta.

—¿Mal día? —preguntó mi jefe.

—No, cómo cree. —comenté con sarcasmo— Estoy teniendo el mejor día de mi vida...de hecho, estoy tan feliz que me pondría a bailar ahora mismo.

—No hace falta que sigas. —dijo elevando las manos— Tu sarcasmo es muy obvio. —asentí— Quería hacerte una consulta, ¿Sabes por qué Lara no ha llegado todavía?

—No va a venir hoy. —respondí y me giré de nuevo hacia el lavabo.

—¿Cómo que no? Tendría que habermelo dicho. Todos saben que deben mandar una nota con, por lo menos, veinticuatro horas de anticipación cada vez que quieran faltar al trabajo. —suspiré y miré mi reflejo en el espejo.

—Don Agustín. —pronuncié— ¿Cuántas veces a la semana revisa su Gmail?

—¿A qué viene la pregunta?

—Lara le envió la nota por Gmail.

Se formó un silencio incómodo entre ambos. Don Agustín se rascó la nuca y rió, producto de los nervios, antes de volver a hablar.

—Mala mía, entonces. —asentí— No te tardes mucho, Bianca...no...sabes que, mejor tómate todo el tiempo que necesites. —asentí.

Don Agustín abandonó el baño y yo me quedé en mi sitio, concentrándome en hacer todo lo posible para relajarme antes de volver a mi puesto de trabajo.

—¿Que número va? —pregunté cuando volví a ubicarme en mi sitio.

—Cuarenta y siete. —respondió mi compañera y siguió con lo suyo.

—Cuarenta y ocho. —canté en voz alta y me apresuré en abrir el sistema por si hacia falta— ¿Que necesita? —pregunté y me congelé en mi sitio al ver a la persona frente.

«Por favor, que no se acuerde de mi»

Rogué internamente mientras el chico me tendía un blister vacío. Busqué el medicamento aún sintiéndome incapaz procesar lo que estaba pasando. El chico me recibió la tableta de pastillas y se dirigió a la caja sin pronunciar nada más y yo respiré profundo.

—¿Lo conoces? —me preguntó Alexis, haciéndome pegar un brinco del susto.

—No. —respondí y me concentré en cantar el número siguiente.

—A mi sé me hace que sí. —negué y decidí ignorarlo, centrandome unicamente en atender a los clientes hasta el final de mi turno.

[...]

—Te juro que cuando no vienes, siempre pasa algo en esta mierda. —dije y escuché las risas de Lara a través del teléfono— De todas las farmacias que hay, justamente tenía que venir a esta ¡Dios! Encima el pesado de Alexis se dio cuenta.

—Bianca, eres una máquina de mandarte cagadas. —comentó entre risas y yo me las apañé para sostener mi celular y ponerle llave a la puerta principal de la farmacia— ¿Te tocó cerrar?

—Si, y no sabes cuánto odio hacer esto. —le di un par de sacudidas a la llave y me quejé al ver que la misma no daba la segunda vuelta— Que le cuesta al dueño mandar a arreglar esta mierda. —Lara se rió a carcajadas y yo solté un grito de felicidad cuando pude cerrar la puerta.

Caminé por la vereda mientras escuchaba a Lara hablar sobre lo sucedido la noche la anterior, haciendo bromas al respecto y riéndose por mi actuar bajo los efectos del alcohol.

—Bianca. —escuché justo en el momento en el que me detuve a esperar que el semáforo diera luz roja a los vehículos. Corté la llamada y guardé mi celular en el bolsillo de inmediato antes de voltear.

El nene de Boca.

—Eres Bianca, ¿No?

—Eres Bianca, ¿No?

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Fuera de juego [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora