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--- Mi dragona, te voy a proteger de todo y todos los que te quieran hacer daño, te lo juro --- Susurro Daemon en el oído de su pequeña hija Dalenys, dio un beso en la frente de la bebé y la acostó de nuevo en su cuna al lado de dos huevos de dragón.
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Dalenys miraba como Rhaenyra peleaba con la reina Alicent, noto a su padre recargado en la orilla de la puerta y no dudo en soltarse de la mano de su tío Viserys para correr hasta Daemon el cual al verla no pudo ocultar su preocupación, se suponía que su hija tendría que estar dormida, sin pensarlo la tomó en brazos y la niña oculto su rostro en el cuello del hombre.
--- Mis hermanitas me despertaron --- hablo la niña. --- Me dijeron que se habían robado a Vhagar ---
Daemon molesto suspiro, hablaría con sus hijas más grandes después.
Un grito se escucho y el hombre noto como Alicent iba hacia Rhaenyra con una daga en la mano, sin dudarlo y aún con su niña en brazos se interpuso en el camino de Criston para evitar que se acercara a dónde la reina y la princesa.
Segundos después se puso al lado de Rhaenyra y sus hijos.
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Daemon no podía con la impresión, su pequeña dragona iba por los aires montada en Vermithor, ese dragón al que todos temen, su pequeña niña lo había reclamado y el dragón la había aceptado, no menos que eso, sus dos huevos eclosionaron y los pequeños dragones caminaban de un lado a otro mirando al cielo como Dalenys volaba sobre Vermithor.
El hombre sonrió, su hija era especial y el lo sabía desde que la niña había nacido pero a decir verdad, no esperaba que tanto.
