26. Acciones

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—¿Nada? —pregunta, con el estómago revuelto por la angustia.

Cleo niega con la cabeza. La bandeja de entrada se carga una y otra vez en su correo, pero nada nuevo llega aunque insista con tanto pesar.

—Podría enviar un equipo —sugiere Ryan—. Pero estarán en el lugar al menos dos o tres horas más.

Hoch niega con la cabeza, refugia su frente en su brazo. Está saliendo todo mal y por ninguno de sus hilos pueden obtener información inmediata, lo que no hace más que ofrecerle frustración.

—Señor.

Sólo cuando levanta la cabeza, nota que Geralt se ha hecho presente en la sala de reuniones y está de pie en la puerta, con un traje impecable.

Hoch se incorpora en la silla, colocándose derecho y respetuoso ante la llegada de su superior.

Como si estuvieran en la academia militar, susurra en su mente.

—Hemmings —dice Geralt y le cuesta unos segundos a Hoch descifrar que ella lo ha llamado.

—Cleo ha recibido una señal desde Brooklyn, se cree que se trata de nuestra fugitiva, pero ha ocurrido algo y no tenemos señal ni noticias de lo que podría estar ocurriendo. Si es tan serio como parece, puede estar en peligro su vida —le explica, de la manera más serena y profesional que puede—. Lo he llamado porque esto escapa de nuestras manos, señor. Esperaba que usted pueda intervenir y descubrir qué ha pasado en City Hall.

Hoch pestañea, impresionado.

—De acuerdo —accede él, poniendo los ojos en Hoch—. Veré que puedo hacer.

Cuando se retira, los guardaespaldas que lo siguen a todas partes, le abren las puertas.

Y la sala vuelve a quedarse en silencio.

⚜︎

Después de dos horas, las cosas comienzan a tornarse cada vez más desesperanzadoras.

Hoch no sabe nada de Jason Miller.

El equipo no sabe nada de Ninochka Sokolova.

No cree que sea una coincidencia, pero tampoco de que sea una buena señal.

Tan sólo reza para que ambos estén vivos.

Cuando la puerta se abre, casi todos saltan del asiento a la vez, en alerta. Pero se trata sólo de Ryan, que hace una mueca.

—Lo siento.

Dakota se apresura a ayudarlo con los dos pares de tazas que se había arreglado en traer desde la cafetería.

—Descuida —le dice, con suavidad y se gira hacia Hoch para ofrecerle la taza humeante.

—Pensé que podrían querer café... para pasar esta pesadilla.

Si Ryan le hubiese tendido la taza, la habría rechazado con suavidad. Porque el nudo que tiene en la garganta es extenso y había sentido demasiadas náuseas para retirarse al almuerzo.

—Gracias —musita hacia Dakota, cuando recibe el café.

Cleo por su parte dice:

—Eres muy amable.

Pero ni siquiera parecía estar ahí. Sino en su cabeza, atrapada entre sus pensamientos y la bandeja de su correo, que sigue sin tener novedades.

Hoch no la culpa, porque se siente de igual manera.

Bebe algunos sorbos, sólo para hacer algo mientras están a la espera. Para su sorpresa sabe bien, tan sólo demasiado dulce y con leche, pero el sabor es agradable.

Nina: La fugitivaWhere stories live. Discover now