05.

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Valentina empezaba a ponerse molesta, dado que su novio no le prestaba ni un poco de atención, él totalmente enfocado en como Cuti la miraba.

— Vos también podrías disimular un poco —le murmuró Valentina al oído.

— ¿Qué decís? —contestó Enzo, molesto— No me pasa nada.

— Sí, claro...

Enzo pasó uno de sus brazos por encima del hombro de Valentina, le agarró la cara y le dio un beso profundo, estampando todos sus labios sobre la boca de ella.

— ¿Ves? No me pasa nada mi amor, tranquila —dijo Enzo, bajando un poco su malhumor.

Valentina le sonrió, apretujándose contra sus brazos.

Clara había visto toda la escena, totalmente enfocados en ellos dos. Victoria y Emilia se abrazaban debajo del agua, besándose cada tanto, hablándose cariñosamente. La cocinera empezó a sentir que sobraba.

— Estoy un poco cansada —comentó Clara, pero las chicas no le prestaron mucha atención— Voy a salir.

Las dos asintieron, sin mirarla, concentradas en ellas mismas.

Comenzó a salir del agua, cuando alguien la agarró del brazo. Le costó poco darse cuenta de que se trataba de Cristian.

— ¿A dónde vas? —dijo él, con una sonrisa en la cara.

— Me voy a la habitación, me cansé de estar acá.

— Te acompaño —Cristian empezó a salir de la piscina.

— No hace falta —Clara ya estaba afuera del agua.

— Insisto.

— Está bien, vamos —sonrió la cocinera.

Cristian y Clara comenzaron a vestirse, saliendo de la terraza. Se encaminaron por los largos pasillos del hotel, dirigiéndose a la habitación de ella.

— Gracias por acompañarme —dijo ella, pensando en despedirse.

El jugador estaba por irse, pero no tenía ganas. Quería seguir estando con ella.

— ¿Querés tomar unos mates? ¿A qué hora arrancas a laburar de nuevo? —preguntó él, rascándose la nuca.

— Arranco de nuevo a las cuatro.

Cristian miró su reloj, apenas eran las 12.

— Entonces, tenemos todo el tiempo del mundo —sonrió el jugador.

— Dale, aunque deberíamos almorzar...

— Media horita y bajamos a comer —contestó él, muy seguro.

Entonces Clara lo invitó a pasar a su habitación. Él entró observando que se trataba de un cuarto más pequeño, comparado al suyo, que contaba con una pequeña cocina, que en realidad no iba a usar más que para calentar agua.

— Mi habitación es gigante comparada a esta —dijo Cristian, sentándose en el borde de la cama.

— Seguramente, creo que a todo el personal le dieron habitaciones como esta —contestó Clara, poniendo agua en la pava eléctrica, presionando el botón para que comenzara a calentarse.

La chica se puso a hacer su ritual matero, haciendo la montañita hacia un costado, echándole un chorro de agua tibia y metiendo con cuidado la bombilla. Cristian la miraba sonriendo.

— Mucha cocina, pero poco mate —la jodió el jugador.

— Dale, bobo, mira la paciencia con la que lo armé —contestó ella, riendo.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 ɪɪ | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴀᴍɪꜱᴛᴏꜱᴏꜱ | +18Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon