XVI.- Te traeré un oso/Lastimarte

89 20 13
                                    

A veces Ox conducía la vieja camioneta que Gordo le había comprado. Pero Stiles la usaba más en esos días.

Pero la mayoría de las veces caminaba porque sabía que Joe estaría esperándolo.

Ox podía contar con ello. No necesitaba ninguna explicación, simplemente era así.

Unos días después, por supuesto estaba allí. De pe en la sombra de un viejo olmo, la luz del sol se filtraba entre las hojas y bailaba en sus brazos y cuello. Antes había sido pequeño, ese primer día. El cachorro de la manada, el pequeño tornado que Ox y Stiles habían encontrado y ahora todo había cambiado. Pero ya no lo era. Parte de ello se debía a la genética, parte porque se estaba volviendo el Alfa. Se había convertido en él mismo, y Ox supo que Joe se había dado cuenta de su presencia por su corazón agitado y sonrió como su eso lo complaciera.

— Hola, Joe.

— Hola. Hola, Ox.

Ox se detuvo frente a él, inseguro. Solo había pasado una semana desde esa... cosa. Esa cosa que había comenzado. Esa... cosa entre los dos.

— Hola. —repitió Ox como idiota, las palabras se secaron sobre su lengua.

Se miraron fijamente.

— Esto es raro. — dijo Ox.

— Quiero llevarte a una cita. — dijo Joe al mismo tiempo.

Ox se ahogó con su propia lengua y tosió.

— Sí, claro. — logró decir finalmente — Bien. Sí, suena genial. ¿Cuándo? ¿Ahora? Podemos ir ahora.

— ¿Ahora mismo? — sus ojos se agrandaron.

— ¡No! No, no quise decir... Ya sabes podríamos...

— Oh, bueno. ¿Tal vez? Podríamos... ir a algún lugar.

— ¿Vas a traerme más animales muertos o mini panquecitos? — soltó Ox. Luego hizo una mueca de dolor. — Tú... ah. No es necesario.

Ni siquiera había logrado probar alguno de los mini panquecitos porque los muchachos del taller se los comieron todos. A excepción de Gordo, él solo se los quedó mirando. Stiles los hizo al principio y luego solo comió uno.

Stiles. No había hablado mucho con sus hermanos desde que había pasado esa... cosa entre ellos.

— ¿Quieres más animales? — Joe lo miró con extrañeza — ¡Puedo ir a buscar más ahora mismo! Te traeré otro venado o un oso. ¡Te traeré un oso! — y comenzó a quitarse la ropa.

— ¿Te estás desnudando? — exclamó Ox, porque toda esa piel.

— ¿Qué cosa? — preguntó, ya sin camiseta.

— ¡Tienes diecisiete! — Ox se aferró a la única cosa que tenía sentido.

— No por mucho tiempo. — dijo con voz profunda, porque estaba mirándolo de manera lasciva.

— No necesito un oso. — afirmó en vez de enfocarse en su actitud.

— ¿Ciervo? — preguntó.

Ox sacudió la cabeza porque la idea de verlo arrastrando un ciervo del bosque y dejarlo frente a su jardín le revolvió el estómago.

— Deberías volver a ponerte esa camiseta.

— ¿Por qué? — preguntó Joe mientras miraba al mayor con los ojos entrecerrados.

— Porque... ya lo sabes. Por todo eso. — Ox sacudió sus manos mientras señalaba todo su cuerpo.

Mi CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora