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Mina sentía cosquillas en la nariz al despertar, abrió los ojos con pesadez y notó que se
trataba del cabello de su alfa, quien estaba abrazada a su cuerpo con su cabeza en su pecho.

Intentó moverse para saber la hora, se supone que es sábado y ella le prometió a su hermana irse juntas a almorzar. Mas al hacerlo Nayeon se abrazó más fuerte a ella sin intención de soltarla.

—No—le murmuró contra su cuerpo.

Mina acarició los cabellos negros de su alfa. —Tengo que salir con Sana hoy.

—No me importa—siguió en la misma posición—. Ayer me abandonaste por la mañana, ahora no harás lo mismo.

Mina rodó los ojos, sabiendo que Nayeon no cambiará de opinión por su estado tan pegada a ella decidió avisarle a Sana que no irá ahora.

—La llamaré entonces, déjame agarrar el celular.

Ño.

La tatuada alfa acaba de decirlo, sí, una alfa muy madura.

—¿Por qué hueles tan rico?—preguntó sintiendo el aroma de su omega—. Desde ayer que hueles así y no sé qué es.

—¿Ah? Huelo igual que siempre.

—No... Es como, hm, no sé me recuerda a algo pequeño y adorable.

Mina frunció el ceño y trató de olerse a sí misma. —No lo noto.

Nayeon se movió lentamente de su pecho hasta su cuello. —De aquí no es—dijo bajando un poco más hasta que llegó al estómago de Mina—, aquí es fuerte.

Ambas se miraron por un momento, los pensamientos y sensaciones confusas.

—¿Por qué hueles a bebé?

Mina abrió los ojos con pánico, su alfa levantó su pijama hasta dar con su piel blanca y lisa, pasó una mano por allí y volvió a olfatear.

—Minari...—susurró Nayeon—, hueles a cachorro.

La pareja se volvió a ver a los ojos. Nayeon sonrió cada vez más y más mientras que Mina sentía calor en sus mejillas, pensando en ello.

—¡Vamos a tener un bebé, amor!—casi gritó Nayeon y saltó en la cama—. Bebé, bebé, bebé. ¡Tienes un bebé en tu pancita!

Mina hizo un puchero, sus mejillas pronto bañadas en lágrimas y una expresión que Nayeon no supo distinguir.

—¿Qué pasa? ¿No quieres?—se preocupó la pelinegra tomando las mejillas de Mina entre sus manos y limpiando estas.

—Es que...—y sollozos salieron de ella—... me gusta mucho el olor a cachorrito y no puedo sentirlo.

Nayeon sonrió y la abrazó rápidamente. —Ya lo sentirás, amor, sólo yo lo siento quizás porque es muy reciente.

Pero Mina estaba feliz aunque se la haya pasado llorando todo el día. Estaba demasiado feliz y la reacción de Nayeon ante ello, cuidándola y mimándola, hizo que su corazón se sintiera lleno.

 Estaba demasiado feliz y la reacción de Nayeon ante ello, cuidándola y mimándola, hizo que su corazón se sintiera lleno

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