19.- Nuestro Sueño

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Narración: Max

-Bienvenido a casa, Checo.

El se quedó allí pasmado mientras yo
introducía la llave en la cerradura y abría la puerta.En cuanto regresé a casa después de haber dejado a Checo en la de sus padres semanas atrás, ya dejé firmada la compra. La casa iba a ser mía de todas formas, pero cuando ofrecí cuatro veces el precio de la vivienda, el dueño prácticamente se cayó de culo yaceptó mi oferta.

Charles se encargó a partir de ahí.
Pensé que se iba a ir de la lengua con Checo, pero estaba muy orgulloso de el por haber conseguido mantener esa boca cerrada. Y ni siquiera exageró con la decoración tampoco.

Tome a Checo de la mano y lo guié hasta el interiorantes de cerrar la puerta a mi espalda. Me acerqué
hasta la chimenea y tome el mando de encima para encender la chimenea de gas.

-¿Qué opinas? -le pregunté al ver que no había dicho nada.

Miró alrededor. Había alguna ligera remodelación, pero yo insistí en que todos los detalles pintorescos de los que Checo había hablado se dejaran intactos. Los suelos se habían cambiado y sacado brillo y los muebles eran todos nuevos, pero
rústicos y lujosos. Todas las comodidades que pudiera desear o necesitar estaban ahí y terminaban
con unos cojines enormes de suelo que ocupaban el espacio frente a la chimenea.

Pero Checo seguía sin decir nada, y eso me ponía nervioso.

-No tienes por qué dejarla así. Hice que Charles la redecorara porque no quería que estuviera vacía cuando te la enseñara. También puedes rehacer lo todo si no te gusta.

El se giró e hizo desaparecer la distancia quenos separaba.

-Cállate, Max. Hablas demasiado.

Me agarró de la camisa y tiró de mí hacia el para darme un beso que hizo que los dedos de los pies se me retorcieran y mi lobo ronrroneara de gustó. Pero tampoco paró ahí.

Su lengua, tan suave y maleable, se movió contra la mía; sabía tan dulce como el algodón de azúcar. Lo
abracé fuerte, tomé todo lo que el me daba y le devolví más a cambio. Su cuerpo se amoldó al mío, y la forma en la que se movía contra mí... Ay, Dios, la forma en la que se movía era exasperante.

El había venido a mí como un virgen, sin experiencia sexual ninguna. Y aunque mi intención original hubiera sido enseñarle todo lo que a mí me
gustaba, su verdadero profesor había sido su propio cuerpo. El sabía lo que quería, y todas las inhibiciones se esfumaban en lo que se refería a
tomarlo. Y al responder a las exigencias de su propio cuerpo, respondía a las mías también.

Sus ágiles dedos viajaron hasta el centro de mi camisa desabrochando cada botón mientras los iba pasando. El no rompió el beso, ni paró para
respirar. No lo necesitaba; cada respiración quedábamos se alimentaba de la del otro. Sus manos se deslizaron dentro de la abertura de mi camisa y se pegaron contra mi torso desnudo.

Cada músculo de mi cuerpo se tensó ante su contacto. Cuando por fin Checo se separó, sentí la pérdida al instante, pero su atención ahora se había desviado a un lado de mi
cuello, y aquello también me parecía de puta madre.

Sus blandos labios me succionaron y chuparon la piel mientras su lengua me saboreaba. Pegué a Checo más contra mí, me encontré con sus exploradoras caderas y restregué el bulto de mis pantalones contra
su sexo. El se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras me tocaba con las manos los músculos del otro lado.

Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los
brazos hasta terminar cayendo al suelo. Cuando centró la atención en el otro pezón, le pasé los dedos por el pelo. Escalofríos me recorrieron
la espina dorsal cuando sentí sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis pantalones. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a el, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la presión perfecta.

Placeres culpables || Chestappen Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang