Capítulo 50

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((PENÉLOPE))


El cansancio físico no se comparaba al mental, y era precisamente ese el que no me dejaba pegar ojo.
Hicimos el amor más veces de lo que recuerdo, y sin embargo no lograba dormir una hora completa.
Sentada sobre un cojín en el suelo de la terraza, encendí un cigarrillo. Eran las cuatro de la mañana y mientras yo comía frío, Pedro dormía en mi cama.

No me respondió cuando dije que lo queria, y aunque sabía que no era necesario que lo hiciera porque estaba segura de que lo sentía, algo en el fondo me incomodaba.
Trataba de restarle importancia a ese tema enfocándome en lo que realmente era importante: el asunto con Olivia y el niño.

—¿Por qué estás fumando?— la ronca voz a mis espaldas me espantó sacándome de mis pensamientos —¿Desde cuándo estás fumando otra vez?

Dejé la colilla en el cenicero a mi costado para ponerme de pie y entrar de nuevo. Su postura me ponía nerviosa. Los brazos cruzados sobre el pecho, y vestido solo por los bóxers, me hacían sentir cosas en el vientre. Pero sus ojos que me reprochaban por aquel cigarro y la tensa mandíbula me quitaban todo lo anterior.

—Hoy no ha Sido un buen día.— me dirigí hasta la cocina con tal de esquivarlo. Serví agua fría en dos vasos y le extendí uno al tiempo que bebía  del mío.

—Penélope, hace unas semanas tuviste una crisis. No deberías estar fumando.— No se molestó en mirar el vaso con agua y rodeó la encimera para llegar hasta mí. —¿Por qué no puedes dormir?— se detuvo cuando dejé el vaso sobre el mármol creando un fuerte sonido. —¿Es por Tamsin?.

—¿Por qué la llamas así?.

—Porque ese es su nombre.

—¿Por qué no la llamas Olivia, como todo el mundo lo hace?— los celos volvían. Y con ellos el hecho de que no me había respondido cuando según yo no importaba, pero me di cuenta de lo contrario.

—¿Estás celosa?— preguntó divertido, pero yo no le veía lo gracioso.

—Pura mierda— murmuré dándole la espalda para volver a la habitación.

—¡Cariño!— rió por lo bajo siguiéndome —Ya te lo expliqué, ¿Quieres que lo haga de nuevo?— seguí caminando y a mitad del pasillo me giró tomándome por la espalda —¿Que te sucede?.

—Nada, Pedro.— le di la espalda de nuevo para seguir mi camino y de nuevo el me giró.

—No me vengas con eso— blanquee los ojos y di media vuelta, pero Pedro volvió a girarme y esa vez un poco más fuerte. —Basta, Penélope. ¿Que demonios haces?.

—Hablar de más, eso hago.— solté sin pensarlo consumida por los celos, el enojo y no se que más.

—¿De que hablas?— suspiré pesadamente al notar que él ni si quiera sabía de lo que hablaba. Caminé en dirección a la habitación dejándolo detrás de mí —¡Penélope, no me des la espalda!.

Entré al baño y cerré la puerta justo antes de que Pedro me alcanzara. Golpeaba sin cesar y mi nombre se repetía impaciente en su boca.

—¿Todo esto es por qué no te dije que te quería?.

Enojada salí del baño con las ganas de tirarle el jabón por la cabeza.

—No, Pedro.— alterada levanté un poco la voz —No solo es eso, también es lo de "Tamsin"— enfatice las comillas con mis dedos — ¡Es todo!.

—¡Por Dios, Penélope!— su voz se levantó al igual que sus manos —Ya te lo expliqué, ¿Que más hace falta?.

—Que ni si quiera hemos hablado del por qué y cómo conozco a Olivia y todo lo que conlleva eso. Solo llegaste y estuvimos cogiendo como conejos.

Entre Fogones (Pedro Pascal)Where stories live. Discover now