Soñar.

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—TodoBaku soñando es tipo

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—TodoBaku soñando es tipo...—

Los sueños del bicolor se caracterizaban por ser extremadamente... drogados, por decirlo de alguna manera. Nunca faltaba el día en que se levantara con una nueva historia demasiado fantástica para que sacara de lugar a su prometido; realmente no entendían cómo podía llegar a soñar cosas así. Shōto casi no bebía, tampoco se medicaba de alguna manera, y mucho menos se drogaba.

¿Sería el cansancio de la universidad? Nadie lo sabía.

Esta vez no fue diferente.

El bicolor se movía un poco entre sueños, y aquello lo captaba cada mañana el cenizo cuando ya estaba en pie haciendo sus cosas diarias. Muchas veces se daba vueltas en la habitación, ordenando o buscando cosas, mientras le tiraba miradas extrañas a su chico. También balbuceaba mucho y decía cosas completamente incoherentes.

¡Amor! — fue la primera palabra completamente entendible que le escuchó Katsuki decir a Shōto esa mañana. Dio un ligero salto, algo asustado ante aquello y la rapidez con la que su pareja se había sentado en el colchón, buscando su mirada; el cachorro que dormía a su lado reaccionó peor, puesto que salió corriendo del cuarto despavorido.

— ¿Qué pasa?

Cuestionó entonces, caminando con tranquilidad desde la esquina del cuarto hasta el borde de la cama, donde se sentó frente al bicolor. Los ojos adormilados de este conectaron con los suyos, y entonces una linda sonrisa se formó en su rostro dañado.

— Soñé con nutrias y perros. Quiero una nutria.

La confusión se hizo presente en la expresión de Katsuki, quien ladeó levemente su cabeza, completamente desconcertado.

— ¿Una nutria? La bola se la comería.

— Entonces otro perro.

El cenizo se lo pensó por varios minutos, en los cuales reinó el silencio entre ambos. Shōto lo miraba suplicante mientras Katsuki intentaba no caer ante sus encantos.

Misión fallida.

— Pero, ¿recuerdas por qué no pudimos tener un gato? BoomBoom se puso celoso y, además, no tenemos para mantener a otro perro. Y no lo vamos a hacer a base del dinero de tu viejo.

Shōto soltó un suspiro, dejándose caer sobre el colchón mientras escuchaba las pequeñas pisadas de su cachorro volviendo a su lado. Acarició con ternura su pequeño cuerpo y asintió.

— Igualmente me lo debe.

Alzó su mirada hacia el cenizo, captando su expresión incrédula en su rostro, y sonrió ligeramente. Pasaron varios segundos hasta que Katsuki se levantara de la cama, tomara una chaqueta del armario, y se dirigiera hacia la entrada del cuarto.

— Dime una raza y qué nombre le pondrías.

Los ojos del bicolor se iluminaron al instante, sentándose de golpe y mirándole entusiasmado, mientras abrazaba a la bola de pelos que hace un momento descansaba tranquilo en su regazo. Sus palabras fueron cortas y precisas, diciendo exactamente lo que quería, puesto que lo había soñado y ya tenía las palabras en la punta de la lengua.

Pasaron al menos dos horas —en las cuales se dedicó a levantarse, comer, ordenar y hacer algo de tarea— cuando se escuchó la puerta principal de la casa ser abierta y luego pasos sobre la escalera. Pocos segundos después, unas peludas orejitas, algo caídas, se asomaron por el umbral de la puerta del cuarto, llamando la atención tanto del bicolor —quien se preguntaba inocentemente cómo era que flotaban a cierta altura— como la del pomerania, el cual salió corriendo al encuentro de su otro padre, balanceando rápidamente su pequeña cola.

Pronto se dejó ver el cenizo y, entre sus brazos, el cachorro de un golde retriever con la lengua afuera y una pequeña sonrisa que hizo completamente feliz al bicolor. Se paró con rapidez de su lugar y, al igual que el blanco animal, corrió al encuentro de su novio.

— ¡Es muy lindo! — anunció completamente exaltado y emocionado del bicolor, tomándolo entre sus brazos. A su vez, Katsuki tomó entre los suyos a la bola de pelos que saltaba a un lado de su pierna, y lo acercó con cuidado al otro cachorro.

— Mira, bola, un perrito nuevo. — ambos nombrados se olfatearon durante varios segundos, analizándose con detenimiento. Entonces, Boomie soltó un pequeño ladrido y lamió la nariz del contrario, balanceando su cola con más pasión, contangiando al golden.

Ambos chicos estaban tan emocionados como su primer hijo, y se notaba muchísimo en sus expresiones; cada uno contenía una gran sonrisa en su rostro y sus ojos brillaban.

Dejaron a los dos perritos sobre el colchón, y se sentaron en el suelo, frente a este, observando atentos a ver qué hacían; no se lo esperaban realmente, pero el animal de color blanco corrió en busca de sus juguetes preferidos, desparramados en la cama, y se los dejó a mano —más bien pata— del nuevo integrante. Este los olfateó y tomó uno en su hocico con cuidado.

— Bien, vamos a hacerle más caso a tus sueños faloperos de hoy en más.

Shōto rió ante la afirmación de su pareja y asintió.

— Aunque realmente quería una nutria.

Alzó su mano hacia el cachorro de golden y lo acarició con cuidado, este lo miró por un momento y luego lamió su piel cálida, haciéndole cosquillas al tacto.

— Bienvenido a la familia, Stedy.

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COMENTEN MUCHO O NO HAGO MÁS 😾.

No se acostumbren, es muy probable que no escriba mucho.

Me obligaron btw.

Inspirado en un sueño mío sobre nutrias y un perrito, y acuerdos con mi pareja de tener un golden con ese nombre 🫱🏼‍🫲🏻.

(No, el nombre no es por algún ship que sé que existe y es con "ie" en vez de "y", por si se lo preguntan).

(Btw qué onda con las notas de los capítulos anteriores, matenme).

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