‧₊˚Capítulo 1༉‧₊˚.

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"Yo tuve que morir un par de veces para aprender a valorar la vida, y cuando hablo de morir no hablo de dejar de existir. Hay situaciones que matan a tu espíritu y mueres aunque estés respirando".

Mario Benedetti.

JENNIE KIM.

CATORCE AÑOS ATRÁS.

Tiraba el balón de un lado a otro, estaba tan concentrada en mi juego, que no me percataba de todos los coches que pasaban detrás de mí. Podía percibir los colores de la naturaleza, desde las plantas hasta los colores que estaban en las paredes de mi nueva casa.

Un nuevo lugar en el cual mis padres quisieron rehacer su vida junto a mí, es el sueño de todo niño, ver como sus padres están juntos y se aman, ese era mi sueño cumplido. Estaban ahí y me hacía feliz saber que todas las noches antes de dormir los dos se reunían para cantarme o buscar un nuevo cuento.

La enorme casa estaba decorada por plantas sencillas, árboles a los alrededores y vecinos amigables. Mi corazón se sentía en paz, lancé la pelota una vez más en dirección a mi padre, quien sonrió al atraparla en sus manos.

—¿No crees que ya jugamos suficiente, Jen? —preguntó mi padre, llevándose la mano a las costillas—, estoy muerto del cansancio.

—¡No, no, tenemos que seguir jugando! —dije emocionada—. Además, me prometiste que jugaríamos más aquí.

—Sí, lo hice, y me está saliendo un poco caro, la edad no me soporta —bromeó—. Pero bien, juguemos un poco más, no lances la pelota muy fuerte. Mira hacia atrás —señaló y yo me giré—. Hay muchos carros pasando, no quiero que te pase nada, hija.

—Yo tendré mucho cuidado, soy una niña grande, papá, tengo ya diez años —levanté ambas manos—. Ahora sí, sigamos.

—Seguiremos ahora, primero déjame ir a ver que hace tu madre en la cocina —lanzó la pelota y yo la atrapé con un gesto triste—, no me iré por un largo rato, será solo por un momento, Jen.

—Está bien, papá.

Este corrió adentro, yo, por otro lado, permanecí jugando con la pelota. Estaba lanzándola e intentando encestarla en el canasto que había comprado mi padre. La lanzaba no tan fuerte tal cual él me lo pidió. Formé un puchero lanzándola por última vez, esta rebotó hacia atrás de mí.

—¡No, mi pelota!

La desesperación de ir por ella me ganó, corrí hacia mi pelota y cuando la agarré en mis manos ya en medio de la calle, solo escuché unas llantas rechinar y el llamado de mi nombre.

—¡Jennie!

Y ahí terminó todo para mí.

Por lo menos todo lo que alguna vez observé.

ACTUALIDAD.

—¡Jennie! —me senté de golpe en la cama, mi mirada fija en un punto, pero no sabía cuál de la habitación, yo no podía ver nada—. Hija, estabas teniendo una pesadilla, llamabas el nombre de alguien, ¿qué pasó?

—Lo siento —separé mis labios—, no era mi intención.

—¿Qué soñabas? —inquirió mi madre.

Su voz era tan reconocible para mí, al no tener mi vista, mi audición se había desarrollado mucho más. Después de catorce años, creo que es lo mínimo que puede pasar conmigo.

If You Let Me Stay. (Jenlisa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora