Capítulo 9

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El viaje de vuelta hacia la ciudad asuncena, y posteriormente a su barrio, fue la sensación más liberadora para ella; así lo sintió su alma y sus hombros. Claramente, en el camino, protegió a Elisey de las malas sensaciones de viajar en un bus en Paraguay. No quería que en la primera oportunidad que viera algo desagradable, lo alejase de su país, aunque intuía que no era una fantasía descabellada, sino una posibilidad real que podría ocurrir, a pesar de todo lo que hiciera para evitarlo.

Se resignó a la situación. Con cierta pena, dejó caer su cabeza en el hombro del rubio alemán. Su corazón dio un gran salto al percibir un soplo de alivio por su parte y sentir que la abrazaba, correspondiendo el gesto entre los tumbos de las calles asfaltadas y sus baches.

—¿Elisey?

—¿Hum-jum?

—Gracias por acompañarme hasta allá hoy.

Sintió su corazón latir un poco más rápido y experimentó dolor ante la sensación de pena que invadía al depender de su presencia para que todo fuera bien. La actitud de su sobrina mayor se iba a dar como quisiera, y como no quisiera también.

—Ha sido un grato placer. Siempre que me necesites, solo pídelo.

Una sensación cálida en su pecho hizo que su corazón se encogiera y su rostro se escondiera por reflejo entre el hombro y bajo el mentón del alemán, al percibirlo tan amable, dulce y cálido. Sonrió sin poder evitarlo; se sentía tonta, pero era hermoso sentir que no era una molestia, sino que era bien recibida por él.

—No quisiera molestarte siempre, solo te lo pediré si es muuuy necesario —dijo, temiendo que esta actitud dependiente se volviera una maña tóxica y negativa.

Querida Luna —susurró con un brillo tenue en los ojos, envolviendo a ambos en una nube privada ante sus sentidos auditivos.

Abrió la boca con intención de callarlo por temor a haber sido escuchada por un extraño, pero Elisey tomó su mentón y susurró tan íntimamente:

Nunca serás una molestia. Que te quede claro, reinas en mi existencia y razón de vivir. Todo lo que provenga de ti es sumamente interesante y lo tomaré con la necesaria prioridad. No lo dudes. —completó su determinación con un tenue beso en los labios, robando alguna réplica entre el gesto.

«¿Cómo debatir? Ya para qué, si me agarró por completo entre sus manos» pensó, completamente cohibida, sin cabeza para hablar.

Decidió asentir y dejarse llevar por esa determinada posesividad.

Sin embargo, su ocurrencia salió sin manejo alguno de vergüenza.

—Esa declaración de amor no se borrará de mi memoria. Espero que no se arrepientan de haberme acogido tan cálidamente. Si me dan calor, yo les daré un cielo mágico de amor —profesó con las mejillas sonrojadas.

El rubio, con la mirada iluminada de su rango, se abstuvo de ronronear de placer ante tal deleite de frase y aspecto dulce de su Luna. Se relamió los labios, finalmente cediendo a las ganas de sonreír.

—Eres sabia, tus palabras son muy atinadas… Jamás te negaré, mi Luna.

Y fue allí cuando ambos se conectaron nuevamente en este mundo soñador para el mundo humano. Porque la mente de ambos hicieron clic sin marca física, pero sí conectada de corazón.

El viaje no duraría más de una hora, y el camino a su departamento era corto. Su aventura pronto comenzaría, y el lobo que permanecía en su fuero interno anhelaba con todo ímpetu que fueran a sus tierras para reclamar a su Luna antes de que este sueño se borrase, si es que era un sueño…

Luna de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora