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17, 17 clanes Edward ya había visitado, todos eran iguales: desconfiados, algo brutos pero extremadamente ingenuos. Mantuvo la mirada baja, como si en sus pies hubiera algo interesante, de vez en cuando miraba a Dar, fingiendo preocupación, la simia era llevada en una camilla improvisada, tuvo que instruirlos, no planeaba curarla, al menos no por completo, pero debía fingir que sí, necesitaba mantenerla enferma, necesitaba que ellos lo necesitaran, al menos por 9 meses para asegurarse de que fuera viable, 10 meses, solo por si acaso. Mientras tanto acomodaría los huesos de la pierna de la simia de manera en que no causara tanto dolor pero evitando que se curara por completo, aunque quizás no tendría que usarla a ella. Los bebés simios eran tan imbéciles que se llevan a la boca cualquier cosa, en especial si tiene colores brillantes, envenenarlos no sería difícil.

Sonrió cuando Noa lo miro encima del hombro por quinta vez en menos de un minuto, otros lideres al menos intentaban disimular su desconfianza, de cualquier forma, ¿qué podría hacer él? Delgado, escuálido a comparación de un simio y si perdía sus lentes quedaba indefenso, pero aunque quisiera no podía ofenderse, los otros clanes confiaron a él, ahora estaban muertos. Finalmente llegaron al que supuso era el clan de las bestias evolucionadas, observo todo con atención, tenían una buena estructura y se notaba la jerarquía, aquél simio, Noa, era sin duda el lider, además de perfecto, joven y en edad de apareamiento, un espécimen ideal, solo esperaba que todavía no tuviera hembra.

—¡Noa!—apreto los dientes molesto al ver a una simia correr hacia ellos, puso los ojos en blanco mientras se agachaba para ayudar a Dar.

Mientras ajustaba las vendas pensaba en qué formas deshacerse de ella, quizás inducir el celo y hacer que la matara durante el apareamiento, un celo agresivo, no podrían culparlo si algo así sucedía, 17 clanes le habían enseñado lo suficiente como para no cometer los mismos errores, si hubiera sido lo suficientemente inteligente serían 18, pero por culpa de esos errores ahora tenia a un clan persiguiéndolo, pero no podía darse por vencido, no cuando la unidad del mundo dependía de él.

Soona se aferro a Noa y Edward no pudo evitar volver a poner los ojos en blanco, algunas simias eran tan empalagosas. La simia lo miro preocupada, temblando mientras observaba la pierna herida de Dar "¿Qué suceder?" pregunto en ceñas, demasiado perturbada por ver a otro eco, Edward solo agito las cejas burlonamente.

"Madre, caer, trampa gorila" explico Noa "Humano ayudo a madre", Soona negó, "Demasiado peligroso, Mae traicionarnos, ¿este traicionar también?" Edward levanto las cejas intrigado, ¿quién sería la tal Mae? Contuvo su curiosidad, a lo mejor y los simios se enojarían si supiera que los podía entender, el tercer clan que visito casi lo lincha por ello, mantuvo su concentración en Dar y en las indicaciones para el cuidado de la simia, pero sus ojos de vez en cuando vagando hacia Noa y la simia. El simio tomo a su amiga y la llevo aparte, no confiaba en el humano, realmente no lo hacía y le incomodaba tenerlo cerca. "Yo no confiar" admitio "Pero madre estar mal, lo necesita, en cuanto este sana se irá" Soona bufó, sabia que Mae hacia ciego a Noa, confiado e ignorante, pero ¿Traer a otro eco? No reconocía al simio frente a ella, ¿Tendría que recordarle lo que sucedio con su padre? Antes de que pudiera hacerlo el simio se alejo, sentía el corazón en las orejas, estaba seguro que en cualquier momento el eco lo atacaría a él o a su clan, pero Dar parecía tan cómodo con él, lo tomo del hombro y le hizo una señal.

—Seguir—ordeno.

El humano hizo un gesto extraño y lo siguio mientras los otros simios ayudaban a acomodar a Dar en la torre, busco de inmediato a Mae, pero no la vio, su corazón de hundió al no verla, pero mantuvo la calma.

—Dormir aquí—señalo un rincón, no planeaba hacerle un nido, no planeaba permitirle quedarse mucho tiempo—cuidar a madre, siempre, ¿entendido?—el humano parecía molesto, a punto de decirle algo cuando Noa noto la ropa rota de Mae, la sostuvo con cariño, se arrepentía de haber sido tan duro con ella—¿Quieres ayudar?—pregunto mirando al humano.

—Bueno, sí, pero no soy un perro como para dormir en el suelo y...—Noa lo silencio, lanzándole la ropa.

—Arregla eso—Edward lo miro con enojo, pero rápidamente rebusco en su mochila.

—Tienes suerte de que sea bueno suturando—Noa no lo entendió, pero debía reparar la ropa de Mae, Dar no estaba en condiciones de hacerlo. Edward saco hilo y aguja, la hebro y levanto el trozo de tela, sintió su corazón detenerse al ver que era la blusa de una mujer, miro al simio estupefacto—un momento...¿tu...?

—¿Noa?—el simio sintió una calidez llenar su cuerpo cuando escucho la voz de su hembra, Mae estaba de pie, en el otro lado de la torre, tenia el cabello mojado, preciosamente aferrado a su piel suave, se cubría con una de las mantas de Dar, se apresuro a abrazarla, deleitándose con la sensación de tenerla en sus brazos, la envolvió con fuerza, inhalando su aroma, tomo aire, permitiendo que sus pulmones se llenaran con su aroma, sintió su dureza despertar, tan solo un trozo de tela los separaba, pero su deseo desaparecio al ver la forma en la que el eco los miraba, sus ojos demasiado abiertos mientras una sonrisa se formaba lentamente en su rostro.

Edward miro a Mae, aquél clan sin duda era lo que llevaba 18 clanes buscando.
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Noa se balanceaba sobre los árboles con rapidez, sus ojos buscando por todas partes alguna señal de la Echo, la fuerte lluvia hacia difícil el agarrarse de las ramas, pero nada, ni siquiera la naturaleza lo detendría de encontrarla. Noa lo intento, realmente lo intento, pero le era imposible apartar sus pensamientos de ella, de aquella frágil pero traicionera criatura, el simio intento ocupar su mente con la reconstrucción de su clan, con los interminables responsabilidades que tenía ahora como líder y en buscar una hembra con la que aparearse y tener un hijo al cual ceder algún día su poder, pero nada podía apartar sus pensamientos de la humana. Un fuerte trueno lo hizo resbalar pero logró sujetarse a tiempo de la rama, miro el cielo lluvioso y su corazón se preocupó, sabiendo que la raza de Mae podía morir por el frío. Miró a su alrededor desde la copa del árbol y entre la lluvia pudo divisar una luz saliendo de debajo de un puente, sonrió aliviado y corrió hacia el, sintió su corazón llenarse de calidez al ver a Mae acurrucada junto a una fogata, temblando de frío, con sus cosas de humana y su caballo a su lado.

Corazón Desesperado (Noa x Mae, si, soy una degenerada)Where stories live. Discover now