Con quien menos lo imaginé, el macho más guapo y mujeriego.

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En el relato anterior les había comentado que me había metido a jugar en un equipo de futbol interno, al final fuimos subcampeones, y aunque no era precisamente una estrella, jugaba bien y llamé la atención por lo que fui invitado a integrar un equipo que representaría la escuela en un torneo interescolar.

Me sentía feliz, el equipo estaba integrado por estudiantes de diversas carreras, y era lo suficientemente bueno para ser titular en la mayoría de los partidos.

Allí conocí a Arturo, era de una carrera diferente a la mía, y al principio me cayó mal, era el típico Mirrey, galán, mujeriego, que salía con múltiples conquistas y las presumía, sus padres eran de dinero y tenía auto propio, realmente era un auto compacto, nada lujoso, pero era la envidia de la mayoría de los estudiantes. Su familia era de Sonora y tenía un ligero acento norteño, no muy fuerte, solo se le apreciaba por su forma un poco más ruda de hablar, un poco golpeado y la pronunciación de la letra CH, que sonaba más como SH, no sé si me explico, por ejemplo, al saludar sonaba algo así como "musho gusto mushashos", para acabarla era el goleador y estrella del equipo.

Venía de Hermosillo y vaya que le hacía honor a su lugar de nacimiento, que Hermosillo era el cabrón, alto, atlético y musculoso, de piel blanca y pelo castaño, con unos ojos grandes y expresivos de color miel, Cristiano Ronaldo de joven, sin tanto músculo, me recuerda un poco su figura, pero en güero, todas las chicas de la escuela querían andar con él, sumamente popular, en los partidos o entrenamientos siempre había alguna chica en las tribunas y estoy seguro que no era para ver como jugaba el equipo.

Cuando me lo presentaron intenté bromear con él y le dije-

– Pensé que en Sonora solo jugaban al beisbol, ja ja

– Todos los de Sonora practicamos el beisbol, es cierto somos buenos para dar batazos, ja ja, pero también me gusta perforar algunas porterías, al tiempo que se tocaba la polla y pude apreciar que a pesar de estar cubierta por el short y flácida era muy grande y gruesa- solo sonreí con su comentario.

Mi posición era en el medio campo y mi función era de contención y ataque, detener los avances de los rivales, recuperar balones y surtir de balones a la delantera, y cabe resaltar que a pesar de nuestra diferencia fuera de la cancha, éramos muy compatibles en el campo y me convertí pronto en el principal surtidor de balones de Arturo, muchos de sus goles fueron producto de pases míos, y nos hicimos buenos amigos.

Comprobé con el trato diario que mi impresión inicial era equivocada, Arturo era muy jovial y atento, le gustaba salir de fiesta y con frecuencia me invitaba, pero la verdad no me gustaba mucho ese ambiente, siempre serio y era raro que acudiera, a excepción de unas fiestas de alberca en la casa de los padres de un compañero de carrera de Arturo, otro chico con dinero, y siempre me acompañaba mi novia, más sociable que yo, por lo que podía relacionarse con los estudiantes más populares de la escuela, las fiestas eran a las afueras de la ciudad y siempre pasaba Arturo para llevarnos y traernos, casi siempre lo acompañaba alguna chica diferente.

Los entrenamientos eran en las tardes 3 veces a la semana y los partidos generalmente los sábados.

Los viernes tenía clases después de los entrenamientos y me tenía que duchar en los vestuarios para asearme y cambiarme de ropa, los otros días prefería solamente cambiar mi playera sudada e irme a bañar a mi departamento, algo transpirado, lo sé, tal vez era poco cortés para los otros pasajeros del metro, pero no era el único, al contrario que en la mañana, en la tarde el transporte en el metro es una mezcla de olores, no todos agradables, de muchos trabajadores, obreros o estudiantes después de una larga jornada

Arturo siempre acostumbraba bañarse después de los entrenamientos, mostraba siempre una imagen muy pulcra, y como en todos los vestuarios había los exhibicionistas y los más recatados, Arturo indudablemente era de los primeros, se paseaba desnudo sin importarle que lo vieran, y como no, presumía su cuerpo, tenía un cuerpo perfecto, parecía una de las estatuas de mármol de algún Dios Griego, pero en lo que se refiere a sus atributos sexuales era todo lo contrario a esas figuras griegas, la naturaleza había sido muy generosa con él, tenía una verga monstruosa, aún flácida era muy gruesa y larga, en mi mente no me imaginaba cuanto llegaría a medir si estuviera erecta, con razón tenía tanta suerte con las mujeres, con esa cosa bajo sus piernas, yo lo veía de reojo, siempre en forma discreta, para no ser descubierto, pero me excitaba mucho verla. Por mi parte pertenecía al segundo grupo, era más recatado, si bien mi verga era de tamaño promedio, nada por que pudiera sentirme avergonzado, mis nalgas sabía que podrían traerme comentarios o bromas, así que siempre hacía tiempo y prefería bañarme hasta el final, ya cuando se estaban yendo todos.

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