Capítulo X.

154 15 1
                                    

-¿Nene? – tomé una gran bocanada de aire y abrí los ojos desmesuradamente.
¿Visteis alguna vez una persona bajo el agua porque la han tirado y no puede subir a la superficie? ¿Y que cuando al fin logra salir, abre su boca de par en par tratando de tomar todo el oxígeno que le dan sus pulmones? Con los ojos abiertos como platos, etc, etc. ¿Habéis visto esa expresión? ¿Sabéis a lo que me refiero?
¿Entendéis al punto que quiero llegar? Bien. Esa misma expresión, era la que adopté al instante en que oí la voz de mi hermano, llamarme, entonces bajé mi vista de inmediato hasta ver mi abdomen, buscando la herida con desesperación, la cual no hallé. ¡Sí! ¡Todo eso había sido un absurdo sueño! Empezaba a asustarme, ¿no es acaso que para soñar se necesita estar dormido? No lo sé, muchos dicen que sí, pero otros también dicen que no, que uno puede soñar siempre; ya sea despierto o dormido, y según lo que me dijeron, hay una mayor probabilidad de soñar estando despierto, que cuando dormimos. A decir verdad, todos soñamos, sí, sí, no me contradigáis. Todos soñamos en las noches, pero lo que os hace pensar que no lo hacemos tal vez, es el hecho de que al otro día, no recordemos aquel sueño.

Ahora mi pregunta era: ¿Por qué había soñado con Jonathan, si el tío ese ni se apareció? En fin, las cosas que me pongo a pensar, joder.

¿En qué estaba? Oh claro, debía averiguar qué rayos había ocurrido.

-¿Estás bien? – preguntó tomándome del rostro con ambas manos, moviendo mi cabeza de un lado a otro como si estuviese inspeccionándome. De seguro se había preocupado debido a la forma tan agitada en la que estaba respirando.

-Sí, sí, estoy bien. – contesté al fin, apartando lentamente sus manos de mi cara.

-¿Qué te ha pasado? Te quedaste en silencio, como… en trance. ¿Pasó algo?

-No, no… ¿de… de dónde vienes? – cuestioné y el frunció el entrecejo.

-¿Es broma? Te dije que iría a por unas cervezas, ¿ya lo olvidaste? Cuando volví estabas aquí sentado, solo, y por lo que veo, ni notaste mi presencia. – respondió extendiéndome una de las botellas que había traído.

Todo. Absolutamente todo a partir de que él fue en busca de algo para beber, había sido un puto sueño. Mierda… pero qué alivio por un lado, ¿no? Fue como si… no lo sé, como si hubiese tenido una visión, como si todo aquello que pasó por mi mente en forma de sueño, habría sido lo que me hubiese pasado a mi, si actuaba de esa forma, si hubiese hecho esas cosas, reaccionado de ese modo, etc. Menudo sueño, ¿qué me decís?

-¿En qué pensabas? – interrogó sacándome de mi partición interna, por lo que le miré a los ojos inconcientemente.

-No, en nada, solo… solo intentaba imaginarme cómo habrás conocido a esta gente. – mentí. ¡Era más que obvio que le estaba mintiendo! No podía decirle lo que se cruzó por mi cabeza estando en ese shock algo inoportuno. No… no podía decírselo ahora ni nunca.

-Ohh… - frunció el ceño. Dios… espero se la haya creído. – Es parte del negocio, Nene. – añadió respondiendo a mi mentira, quiero decir, mi duda, y se apoyó en el espaldar del sillón en el que nos encontrábamos sentados, empinándose su botella. ¿Cómo mierda llegué yo, aquí? En fin.

-Ahh… que… que linda forma de conocerse. – agregué con ironía, pero no demasiada; mi interés no era saber acerca de su historia, mucho menos de la de sus amigos.

Desvié mi mirada hacia un grupo de chavales que estaban a unos cuántos metros nuestro, y tomé un sorbo de mi bebida. Obviamente también estaba en una botella tal y como la de él. No sé por qué, pero me quedé con la mirada perdida en ese pequeño grupo de no más de 10 tíos. Deben haber tenido mi misma edad o tal vez eran menores, no lo sé, pero cuando me di cuenta, uno de ellos estaba mirándome. Como el gran imbécil que soy, no noté que aquella mirada desorientada, se dirigía a uno de ellos. No fue mi intención, ni mucho menos, sino que solo volví a quedar en estado de trance, como dijo mi hermano. De todas formas, ese par de ojos fijos en los míos, me descolocó. Parpadeé un par de veces y al ver que ya no estaba ido, sonrió de lado volviendo su vista a sus compañeros. ¿Y ese tío, quién coño es? ¿Por qué estaba observándome tan detenidamente? ¿Por qué yo, cuando noté aquella mirada, no la desvié de inmediato? ¿Por qué algo en mi estómago se anudó? ¿Cómo fue posible que me haya hipnotizado con sus ojos? No, Kaulitz, estás volviéndote tan o más enfermo que tu mismísimo gemelo.

Peligrosa Obsesión Where stories live. Discover now