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• A I D E N •

Aún no teníamos idea de cómo lo íbamos a lograr, pero este era el día en que saldríamos del Inframundo y regresaríamos a Midg.

O bueno, más bien era la noche en que regresábamos a Midg, ya que en el Inframundo no existía tal cosa como el día, sólo una noche eterna.

Detalles menos o detalles más, al final se entendía que esta descabellada teoría de Icarus en la que todos nosotros utilizábamos nuestros poderes para abrir un portal, se pondría a prueba de una vez por todas.

A tempranas horas de la mañana, Icarus nos llevó a todos a la cima de una de las montañas de roca que rodeaban la villa de los demonios, y allí nos pidió que nos sentaremos en el suelo formando un círculo.

En el medio, trazó una estrella de cenizas y varios símbolos, muy parecido a la vez en la que invocamos a Ivy, por lo que tuve un presentimiento de que podría funcionar.

La idea se fundaba en que en el momento que se creó el Inframundo, fue utilizando los poderes de los cinco dioses combinados: Hécate, Izar, Namphys, Demi e Hypathias.

En ese entonces, luego de haber creado el Inframundo, también usaron sus poderes para formar el ducto mediante el cual enviaron a los demonios. Aunque no teníamos exactamente los mismos poderes, tanto Icarus como Ivy y yo tendríamos que hacer un intento por sustituir los dioses restantes y así, entre todos, construir un camino de regreso a casa.

Si bien la idea era un tanto complicada, mientras más lo pensaba me auto convencía de que valía la pena intentarlo.

—Extrañaré estas rocas —señaló Izar con expresión severa—. También las chozas del este de la villa, porque son las que tienen el mejor pan.

Icarus rodó los ojos.

—Si tanto te preocupa este lugar, estás a tiempo de cambiar de opinión —habló Ivy.

La susodicha llevaba puesto unos pantalones de cuero que iban a juego con una chaqueta. Ambos eran de la talla de los demonios y el corte lucía perfecto en su cuerpo, creo que jamás ninguna prenda se había ajustado tanto a su tamaño y figura como estas ropas demoníacas.

Supongo que ciertas cosas no se podían negar después de todo.

—A mi me encanta la vibra que se siente en el Inframundo, pero debo admitir que extraño mi hogar —dijo Hécate sin mirar a nadie en particular—. Y estar despierta me hace ilusionarme con cosas tan mundanas que hace tanto tiempo no hago.

La pequeña diosa hablaba con los ojos brillosos y el corazón en la boca. Por el silencio que se hizo, creo que todos comprendimos a que se refería, y es que luego de tantas injusticias y barbaridades por las que había pasado, estar despierta para la pequeña debía de significar mucho más de lo que pudiéramos comprender.

Quizás, era la primera vez en la que era realmente libre ahora que estaba despierta.

—¿Qué es lo primero que quieres hacer cuando vuelvas a casa? —cuestioné.

Ella se volvió a mi, los tirabuzones de su pálido cabello rubio cayendo a los lados de su rostro inocente enmarcaron la tierna sonrisa que me dedicó.

—Pienso pasar unos días en Ylia, específicamente en la costa, para poder disfrutar de la arena y las olas antes de regresar a la Patria Celestial.

—¿Te gusta la playa? —preguntó Izar asombrado.

—Me encanta. De hecho, creo que fue la creación más perfecta que hizo Geo en Ylia. Tiene un lugar tan especial en mi corazón que no me atrevería a replicar algo similar en la Patria Celestial ya que me temo que perdería su esencia y majestuosidad.

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⏰ Última actualización: May 31 ⏰

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Ylia III | Corona de Brujas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora