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Dos días después, llegó el lunes, y Danielle sabía que no debía esperar mucho de aquel día.

"Siempre me va mal los lunes." pensaba Danielle mientras jugueteaba con su pluma esperando el cambio de clase.

—Examen sorpresa —dijo la profesora de química una vez llegó al aula.

Danielle quiso llorar, pues en esa clase no estaban Hyein y Minji para ayudarle con las respuestas.

—Mo Danielle —llamó la profesora.

Danielle se quedó quieta en su lugar, esperando su examen. Sin embargo, la profesora solo le hizo una señal de que saliera del aula.

Suspirando, Danielle guardó su lapicera, se colgó la mochila y salió del aula como la profesora Wang indicó. Esperó a que esta dejara de repartir exámenes y le explicara.

—Mo, tú conoces a la profesora Kang de la academia Yonsei —empezó a decirle.

Danielle asintió al recordar el nombre de su tutora de álgebra. —¿Cómo lo sabe?

—Las vi juntas en el restaurante de sushi el viernes pasado.

—Oh, entiendo.

—A lo que voy es que sé que no es nada profesional de mi parte pedirte esto, pero ¿podrías entregarle un presente de parte mía?

Danielle hizo un gesto de sorpresa al escuchar aquello, y de inmediato su mente formuló un montón de posibles escenarios donde sus dos profesoras se iban a vivir a otro país y contraen matrimonio, cosa que no le agradó mucho.

—¿Qué gano yo, profesora? —cuestionó curiosa. Danielle era consciente de que la tutora Kang no aceptaría el regalo, ella misma le había dicho que era como un soborno.

—No presentar este examen. Inventaré algo, usted no tendrá problemas —explicó restándole importancia al asunto.

Danielle apretó las correas de su mochila, era una buena oportunidad porque si salía con noventa en ese periodo escolar, pasaría química y adiós a los elementos de la tabla periódica.

—Está bien —aceptó.

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Gracias a no haber presentado el examen, Danielle había salido antes de su última clase en la universidad. Por ende, estaba en la academia leyendo uno de sus libros favoritos, *Harry Potter y la Orden del Fénix*.

Debía matar el tiempo de alguna forma.

O eso creyó, pues una voz conocida la distrajo de la envolvente lectura.

—Me parece sorprendente su presencia en la academia —dijo la profesora Kang con su maletín en la mano derecha y unas llaves en la otra.

—Solo fue un día —refutó Danielle colocando el separador de hojas hasta donde había llegado leyendo—. Además, la pasé con usted de todos modos.

Danielle se arrepintió luego de decir lo último, porque si bien Kang Haerin había hablado un poco más, eso no quería decir que eran amigas.

—Eso se escuchó como queja. ¿Se está quejando, estudiante Mo? —se cruzó de brazos Haerin.

—¡No! Me expresé mal, solo que...

—Olvídelo, continúe con su actividad de ocio —dijo Haerin acomodando sus cosas en el escritorio y la pizarra, sacando su computadora portátil para adelantar unos exámenes que aplicaría a otros alumnos.

Danielle no respondió y continuó con su labor, aunque por momentos desviaba su mirada y observaba con discreción el rostro de su tutora.

"Definitivamente no hay mujer más hermosa que ella," pensó Danielle mientras veía cómo Haerin limpiaba sus lentes.

—¿El libro que lees trata de mí? ¿Por qué me mira tanto? —preguntó Haerin acomodándose las gafas.

Danielle se sonrojó al ser descubierta y titubeó monosílabos antes de dar una respuesta entendible: —Estaba mirando a la nada, a veces me dan estos viajes mentales —se excusó.

Haerin soltó una pequeña risa y continuó con su labor.

Danielle ignoró aquel latir de su corazón y se recargó en su pupitre con todo y libro, quedándose observando la pared por un buen rato. Hasta que recordó el presente que debía darle a la tutora Kang.

—Profesora Kang —dijo Danielle mientras sacaba una pequeña caja de su mochila.

—Para usted —respondió la de cabellos rizados. No dijo nada más, solo lo dejó en el escritorio y Haerin entendió que, en efecto, se trataba de un presente de Danielle.

—¿A mí? ¿Es de tus padres? ¿De su parte?—preguntó con curiosidad mirando la envoltura.

—» Gracias, supongo —murmuró Haerin viendo cómo su alumna volvía a la posición incómoda de antes, mirando la pared.

Con sumo cuidado, Haerin quitó los listones azules y la cinta transparente. Cuando a su vista quedó un bonito reloj de arena, quiso llorar.

Era parecido a uno que su madre le regalaba en su cumpleaños.

"¿Cómo sabía que es mi cumpleaños?" se preguntaba mirando a su alumna que no dejaba de mover el pie con ansiedad.

—Danielle, ¿nos conocemos de antes?

Y la castaña solo la volteó a ver curiosa por la confianza con la que fue llamada, con unos ojos color caramelo tan atrayentes que Haerin por primera vez en su vida quiso no ignorar.

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Smart √daerinWhere stories live. Discover now