Finis omnium Capítulo 4

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La debilidad de actitud se convierte en debilidad de carácter.

Albert Einstein


Camila

—Pensé que sólo ibas tras Murdock —sisea Louis en el teléfono mientras termino de atar el último nudo en las cuerdas de Murdock, atándolo a la silla.

Se retuerce en la silla, sus amenazas ahogadas por la mordaza en su boca.

—Debido a nuestro último visitante, me aseguro que nadie se me escape de la lista. Sólo voy a lo seguro —digo, sonriendo cuando retrocedo y veo a Murdock mirándome a la cara.

Fue casi demasiado fácil darle una paliza y atarlo. La parte difícil fue cargarlo en mi baúl y arrastrarlo por las escaleras de la sala del tribunal sin ser vista.

Afortunadamente, con todo el caos que siguió a la muerte de Kyle, nadie estaba vigilando la entrada trasera. Solo necesitaba la llave de Murdock para entrar.

Agarro el mazo y lo examino. Las palabras Juez Henry Thomas, están grabadas en el mango.

—Esto es demasiado arriesgado.

—En absoluto —le prometo a Louis.
—Mierda —sisea.
—¿Qué?
—Una morena está saliendo de un auto en nuestra entrada. Mi cuerpo se tensa.

—Normani nos encontró —me quejo.

—Mierda. Mierda. Mierda. ¿Qué diablos hago con ella?

—No la lastimes —le advierto.
—¿Así que la invito a tomar el té? —dice reservado.

—Si ella está sola, significa que está ahí para ayudarnos. Solo mira lo que quiere. Y hablo en serio; no la lastimes.

—Excelente. Me portaré bien con el FBI mientras matas a un uniformado y a un juez —dice secamente.

—Exactamente —le digo antes de colgar.

Guardo mi teléfono y estudio a Murdock mientras suda, todavía mirándome como si pudiera condenarme al infierno con esa mirada mordaz.

—Tu hija y tu esposa estarán en casa esta noche, sanas y salvas, en caso de que estés preocupado. Estoy segura que no te echarán de menos si no regresas —me agacho frente a él, manteniendo mis ojos en los suyos mientras esa ira es reemplazada lentamente por un miedo renuente—. Estoy casi segura que llorarán un poco, pero en secreto, cuando nadie las esté mirando, atesorarán esa pequeña paz que tienen ahora que ya no puedes lastimarlas.

Me levanto de repente y él grita, el sonido amortiguado por la mordaza.

Casualmente, enciendo el viejo disco de vinilo que el juez Thomas tiene en el reproductor, esperando a que regrese a sus aposentos después de un largo día de esconder o quemar las pruebas restantes del caso de mi padre. Lástima que haya tardado una década en ocultar su rastro.

Ya sabes lo que dicen sobre la arrogancia...

Durante diez años, se volvieron confiados, pensando que este caso había terminado y que no era necesario mucha limpieza, considerando que mataron a todos los involucrados y un agente del FBI estaba de su lado.

El Réquiem de Mozart fluye a través de las cámaras, una composición dramática llena de pasión y emoción.

Me balanceo con la música, escuchándola con los ojos cerrados. Mi padre siempre fue un hombre de Bach, pero Mozart tenía mucha más emoción en todas sus composiciones, en mi opinión.

El sonido de la puerta al abrirse me hace dar la vuelta y una sonrisa baila en mis labios mientras el juez Thomas cierra la puerta detrás de él. Presiono el botón de mi control remoto y mi cerrojo recién instalado se desliza en su lugar. La única forma de abrirlo es quitándome el control remoto.

RubrumWhere stories live. Discover now