Epílogo

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—¡Gracias, tío Gun! —Nirim dio un brinco y lanzó sus pequeños brazos alrededor del cuello de Gun—. ¡Siempre quise una!
—¿Una flecha y un arco, Gun? —Paul la miraba con una de sus cejas levantadas mientras su hija luchaba contra el aparentemente indestructible empaque. Finalmente extendió un brazo y la ayudó.
Gun se encogió de hombros.
—Le pregunté qué quería y dijo que eso. Dudo que pueda hacer mucho daño con un arco de plástico y flechas punta de plástico.
— Te sorprenderías —murmuró Paul. Jolene alcanzó otro regalo de debajo del árbol y se volvió hacia Off.
— Y aquí hay uno para ti —dijo con un emocionado brillo en sus ojos.
Off se veía asombrado. —¿Me compraste un regalo?
—También de parte de Lisa, de hecho.
—Sólo ábrelo —dijo Lisa.
Off arrancó el envoltorio, abrió la caja y comenzó a reírse Siguió riéndose incluso mientras se volvía hacia Gun y le daba un beso en la mejilla.
—¿Qué es? —preguntó Gun, estudiando el extraño material gris sobre su regazo.
Off extendió el artículo de ropa, uno que Gun reconoció con vergüenza.
—El mejor regalo del mundo —dijo él, todavía riendo—. Gracias por el suéter de feo equipaje emocional. Gun gimió. No sabía cómo se las habían arreglado Jolene y Lisa para meterse en su closet sin notarlo, pero si tenía que adivinar apostaba que Jolene había sido la mente maestra. De alguna manera la hermana más chica de los Atthapan siempre se las arreglaba para serlo.
—Esperamos que no lo vayas a necesitar en un buen tiempo —dijo Lisa con una ceja levantada.
—No si puedo evitarlo. —Off dejó el presente a un costado y se puso de pie. Respiró hondo—. Supongo que ahora es mi turno para darle su regalo a Gun.
Gun lo miró con aprehensión. La última vez que lo había sorprendido, había llorado durante una semana.
Su horror debe haberse mostrado en su expresión, porque Off rió y dijo:
—No es nada malo. —Entonces con una sonrisa alcanzó su bolsillo trasero y lenta, casi tortuosamente, sacó una llave.
Jolene se golpeó la frente.

—Oh Dios mío, creí que le ibas a pedir matrimonio.
Gyn le disparó a sus hermanas una exasperada mirada. —Ni siquiera llevamos un mes saliendo. Contrólense un poco —dijo, aunque el también había creído lo mismo por un instante. Aun así, sin importar lo increíble que su relación era, sabían que era demasiado pronto para planes tan grandiosos. De a un día a la vez.
—¿Se van a mudar juntos? —Jordan, quien había estado silenciosamente comiendo tarta en una esquina, preguntó.
Off sacudió la cabeza y se mordió el labio inferior divertido.
—Wow, esto no es como lo había planeado.
—Bueno, sólo dínoslo gran reina del drama —dijo Jolene.
Off se sentó junto aGun y presionó el objeto de metal en su mano. Quiero darte una llave de mi apartamento. Aquí, en Chicago.
Los ojos de Gun se ampliaron cuando la comprensión lo golpeó.
—¿Te estás mudando aquí? —Eso sí que era una sorpresa inesperada. Él asintió y apenas podía contener su sonrisa.
—La compañía de mudanzas estará trayendo mis cosas dentro de un par de semanas. Tengo que arreglar algunas cosas más en L. A., entonces volveré aquí en trece días.
—¿Lo has mantenido en secreto todo este tiempo? —preguntó Lisa. Off sonrió.
—La cosa más difícil que he hecho alguna vez.
—¿Es decir que ya no habrán más vuelos en avión, o idas y venidas a través del país? ¿Cómo podré vivir sin las puertas de seguridad, los bebés chillones, y los cargos extras por cada pequeña cosa? —preguntó Gun teatralmente. Off meneó las cejas.
—No te preocupes, prometo catearte siempre que sea necesario.
Gun estudió el rostro de Off, su expresión tan llena de emoción, y supo entonces que era el momento adecuado.
—Ven conmigo —dijo parándose y tirando de su mano.
—¿Adónde vamos? —preguntó Off, dejando que Gun lo guiara a través del grupo.
El se mantuvo en silencio y lo sacó de la sala, llevándolo por el largo pasillo hacia el oscuro garaje.
—¿Me compraste un coche? —bromeó.
El encendió las luces, iluminando el maravillosamente atestado garaje.
Ofd caminó por el suelo de concreto aluminizado y miró a su alrededor.

—¿Está por algún lugar?
—Sí. Es todo esto —dijo, rebosante de alegría—. Las herramientas de mi papá.
La mandíbula de Off cayó.
—Paul nunca las va a usar, así que son tuyas ahora —dijo, sorprendido de que estuviera tirándose las mangas de su suéter con nerviosismo—. ¿Y bueno?
—Eso es muy generoso —exhaló, sus ojos disparándose por todo el cuarto.
—Jolene dijo que podrías mantenerlas aquí hasta que pudieras llevarlas a L.
A., pero supongo que ya no tendrás que hacer eso.
Off avanzó y pasó una mano sobre los polvorientos anaqueles. Se dio la vuelta hacia Gun, con sus cejas levantadas.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente. Mientras se acercaba hacia el hombre que amaba, y su cálida mano se envolvía alrededor de la suya, el sabía que nunca había estado tan seguro de nada en la vida.
                            
                                       FIN

TAKING  HEART Where stories live. Discover now