CAPÍTULO 18

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—¿Pasa algo? —pregunta Arin cuando salimos del cine y nos dirigimos hacia el coche con chófer que mi padre insistió en que usara

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—¿Pasa algo? —pregunta Arin cuando salimos del cine y nos dirigimos hacia el coche con chófer que mi padre insistió en que usara.

Mi propio coche está en el taller para arreglar una bomba de combustible averiada, y no lo tendré de vuelta hasta dentro de dos días. Y papá está algo paranoico desde el domingo pasado, cuando me negué a casarme con Alvino, así que me exigió que uno de sus hombres me llevara en coche en vez de usar taxis o viajes compartidos.

—No. Sólo el Don siendo protector —me encojo de hombros.

El conductor nos abre la puerta trasera cuando nos acercamos y, al levantar la vista para darle las gracias, me doy cuenta de que no es el mismo hombre que me trajo hasta aquí.

—¿Dónde está Pio? —le pregunto.

—Una emergencia familiar —responde—. Su padre me envió para hacerme cargo, joven Veronese. Soy Gerodi.

—Espero que no sea nada grave.

—Por supuesto que no —sonríe y cierra la puerta tras de mí.

Como la casa de Arin está cerca, la dejamos primero. Sin embargo, a mitad de camino hacia mi casa, el conductor se salta un giro.

—Gerodi, deberías haber tomado la derecha.

—Oh, disculpas, joven Veronese —me mira por el retrovisor—. No se preocupe, encontraré un lugar para dar la vuelta.

Me inclino hacia atrás, pero mantengo los ojos clavados en el espejo. De vez en cuando, Gerodi le echa un vistazo y luego aparta la mirada. Tengo el bolso al lado, en el asiento, y muevo la mano hacia él lo más discretamente posible.

—Así que, ¿has estado trabajando para mi padre mucho tiempo? —pregunto.

—Un par de meses —otra sonrisa.

Llegamos a un cruce en el que podría dar fácilmente la vuelta, pero sigue conduciendo recto. Mi mano se desliza hasta la mitad del bolso y noto el teléfono bajo la punta de los dedos.

—Es duro. Empezar un nuevo trabajo —digo con indiferencia—. ¿Has hecho amigos? ¿Le has pedido a Teobaldo que te enseñe el oficio? Lleva más de una década trabajando para nosotros.

—Sí, tenía muchas ganas de darme lo básico.

—Eso es genial —se me dispara el pulso.

No hay ningún Teobaldo trabajando para mi padre.

Otra intersección, otro giro perdido. Parece que salimos de la ciudad. Agarro el teléfono y lo saco lentamente del bolso, lo justo para poder ver la pantalla.

Tengo a Jun en marcación rápida y sólo tengo que pulsar el botón. Me tiemblan las manos y las piernas.

—Yo en su lugar no haría eso, joven Veronese —levanto la cabeza. Sin dejar de mirarme por el retrovisor, el conductor saca una pistola de su funda y se la coloca en el regazo.

LETHAL LOVE | YEONBIN (TERMINADA)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang