NOVENO LIBRO DE LA SAGA IMMERSED IN DARKNESS
"Antes no me importaba mucho si terminaba mis tareas y salía vivo o en una bolsa para cadáveres, pero ahora sí. ¿Cómo podría cuidar a mi chico si estoy muerto? La noche que me ató el pañuelo alrededor del...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Falta mucho para que lleguemos? —pregunta Lucía desde el asiento trasero.
Decidimos hacer un viaje de dos días por carretera, en vez de sólo uno de más de quince horas, en primera para que Soobin no sufriera en el avión y en segunda, porque quisimos que Lucía turisteara un poco, así que hemos hecho varias paradas innecesarias y comprado objetos inútiles, solo porque mi hija los considera bonitos.
—Un par de horas, cielo —responde mi esposo dándole una bonita sonrisa—. ¿Por qué no intentas dormir un rato? Así tendrás mucha energía cuando lleguemos.
—De acuerdo —refunfuña. Ha estado bostezando durante más de una hora, pero se rehusaba a cerrar los ojos.
Por medio del retrovisor la veo acomodarse a lo largo del asiento, abrazando su tigre de peluche que le regalé hace años y en cuestión de segundos se queda dormida, por lo que bajo el volumen de la música y Soobin no tarda en girarse para arroparla con su manta amarilla. No lo hizo antes pues Lucía está en una etapa en la que cree que es muy grande para todo.
—Creí que jamás se dormiría —suspira mi cachorro desparramándose contra su respaldo.
—También deberías dormir. Corriste mucho con ella en el parque de diversiones, debes estar cansado.
—No quiero dejarte solo mientras conduces...
—Estaré bien —aseguro acariciando su preciosa mejilla—. Descansa, te despertaré cuando lleguemos a Chicago.
—Bien, pero solo un rato.
* * *
—Creí que no llegarían —escucho en cuanto bajo del auto con Lucía aun dormida en mis brazos.
Es de noche y considerando que el más pequeños de mis tigres bebés no parece tener intensiones de despertar, asumo que dormirá hasta mañana. Parece que el parque de diversiones fue demasiado, aún para ella y su energía infinita.
—Nos atoramos en un accidente en el último tramo del camino —explico con sencillez y mucho fastidio, y tomo la mano de mi tigre bebé—. Seunghyun, este es Soobin, mi esposo. Cachorro, este anciano es quien envió a los idiotas a sacarme aquella vez en México y el causante del trauma de Lucía con la lasaña. Era parte de la organización para la que trabajaba.
—Un placer conocerlo finalmente, he escuchado mucho de usted. Jamás puede agradecerle por cuidar a nuestra hija aquella vez.
—Tutéame, chico. No soy ni la mitad de lo viejo que este idiota quiere hacerme parecer —ruedo los ojos, realmente necesita ajustar la graduación de sus lentes y poner los putos pies en la tierra—. Bueno, entren o se congelarán.
Adentro nos encontramos con Guadalupe, la prometida de Seunghyun. Todavía no puedo creer que este anciano en serio planee casarse, cuando lo que debería planear es su funeral.
