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Salimos a la playa donde habían pocas personas, era una zona privada, Julinha se sentó en la silla quitándose el vestido y dejando caer su pelo.

Tomó mi mano llevándome con ella al mar. El día estaba soleado y caluroso, el agua estaba fría y gustosa.

—Que buen plan tuviste. —me besó— ¿Cuándo llega el yate?

—En unos momentos.

Rodeó mi cuello con sus brazos y fui yo quién la besó, ella tenía esos labios gruesos y jugosos que me volvían loco.

—Tenemos que volver al trabajo pronto, coronel.

—No-

—No está en discusión.

—No se le habla así la jefe, señorita Beltrán

—En este momento no eres mi jefe.

—¿Y qué soy? —le pregunté y ella miró al cielo pensando

—Um… una aventura. —me dijo sonriendo

La besé llevándola contra mi pecho. El yate llegó y nos subimos, ella recostó en la silla boca abajo y fui a manejar.

Tomé el teléfono y vi varias llamadas perdidas, de Bratt, Sabrina, Martha, Alex, Parker y Patrick.

A la mierda todos, tenía a Julinha conmigo y nadie me iba a quitar las ganas que tenía de follarla.

Me distraje cuando Julinha apareció en mi campo de vista, no llevaba la parte de arriba del bikini dejando las tetas al aire, se puso frente a mi quitándome el pantalón.

—Nos pueden ver. —le dije acariciando su cabello

—Que suerte tendrán.

Hizo su tanga a un lado y sin decir nada se sentó sobre mi hundiéndose con fuerza, la escuché murmurar y reposó su frente en mi hombro.

—Aún me cuesta adaptarme. —me dijo

Tomé su cadera moviéndola con fuerza, ella se dejó llevar y empezó a dar pequeños saltos, gimió en mi oído y apreté sus nalgas, ella tenía ese aire cautivador que me provocaba tenerla cerca en todo momento.

Dejé en yate estático y me levanté con ella.

—¿Qué haces? —me miró

La recosté en la silla y me trepé sobre ella, aprisioné sus manos y ella se enredó en mi cintura.

Lancé empellones duros y ella cerró los ojos, bajé la mirada con sus tetas rebotando, una y otra vez, sus gemidos, los labios, los ojos mirándome con una mirada indescriptible…

Ella era … ni bella, ni hermosa, era un demonio infernal con apariencia de diosa.

Invirtió los papeles quedando sobre mi, su mano se aferró a mi pecho impulsándose, me dejó la marca de sus uñas y de sus besos.

—Dígame coronel… —jadeó y apreté su cintura— ¿Cuántas veces fantaseó con esto?

—No te creas tanto.

—¿No? Porque con solo su mirada me demuestra las ganas insaciables que tiene de mí. —me besó juntando nuestras lenguas en el proceso

—Me gustas, Julinha, y cuando algo me gusta no lo suelto. —me vine en su interior

—Bueno, coronel, ya veremos qué pasa.

Se relajó sobre mi, se sentó a mi lado y cerró los ojos. Me senté y me tomé mi tiempo para detallarla, tenía senos grandes, caderas anchas y una cintura bien marcada, muslos anchos, piernas tonificadas al igual que su abdomen y su rostro era muy atractivo, su presencia en sí gritaba sus raíces.

—Ya sé que soy hermosa pero disimula. —me sonrió con coquetería

—Tiene el ego muy hinchado.

Me acerqué a ella tomando su boca, la besé y ella se dejó llevar.

Me acerqué a ella tomando su boca, la besé y ella se dejó llevar

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Solo Conocidos. (C.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora