Especial 1 (La historia de Seonho)

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El día en que algo cambió


Hola. Tal vez no me recuerdas, pero no voy a juzgarte. Yo olvido cosas importantes todo el tiempo y constantemente necesito de mis padres o mi hermano para saber el día en el que me encuentro.

De chiquito era muy inteligente, pensé que sería así siempre, pero en el transcurso se te interponen cosas como los videojuegos, las series televisivas, o las revistas deportivas. Gracias a todo eso cambié un poco.

—¡Agh! Qué asco ¿Pueden evitar hacer eso en la mesa? —llegué en el peor momento. Papá me dedica una de sus miradas inquisitivas, le dedicó una sonrisa malévola y me provoca reír mientras corto un trozo de pan antes de que mamá termine de ponerlo en la mesa.

No puedo creer que cuando era niño me emocionaba ver a mis padres en pleno beso, verlos así de románticos me hacía sentir que era el niño más feliz del mundo y se me encogía el pecho mientras me preguntaba si es que ese tipo de amor duraba para toda la vida.

Hoy no pienso así. Ver a tus padres dándose un beso es; asqueroso. Los besos entre los padres deberían ser algo que se guarden para la intimidad.

—Seonho ¿Me ayudas con esto? — Yurim es mi pequeña hermana. Mi princesita, mi consentida. Ella me convirtió en hermano mayor hace ocho años.

—Ayúdala— nunca he sido capaz de negarle algo a mamá. Devuelvo el pedazo de pan que me había saboreado y dejo que ese par de enamorados terminen de preparar la mesa para la cena.

Me siento en el piso con Yurim y tomo su libreta, tiene un montón de sumas de fracciones y escarbo en mi mente para ver si doy con el procedimiento más fácil con el que me pueda dar a entender ¿Qué pasa en los colegios de hoy en día? Cada vez ponen tareas más difíciles.

Intento varias cosas, sólo resolviendo el mismo ejercicio muchas veces podría dar con la respuesta, pero nada. No hay nada dentro de mí que me haga viajar al pasado y recuperar mi inteligencia de esos días en los que esta clase de ejercicios no representaban ninguna dificultad.

—Déjame ver— papá se nos une y me arrebata el lápiz. Es él quien termina respondiendo el ejercicio y de ahí suelta una explicación sobre fracciones y el común denominador. Yurim se lanza a sus brazos y le besuquea la cara.

Esta niña. Ya tiene ocho ¿Cuándo dejara de ser tan cursi?

—Johyuk. Qué bueno que llegas— dice mamá desde la cocina y veo a mi hermano sacándose los zapatos y colgando las llaves en el recibidor.

No sé qué pasa con él últimamente, hasta hace unas semanas éramos los mismos de siempre y ahora apenas siento que lo conozco. Se duerme más tarde que yo haciendo no sé qué cosas y desaparece en la escuela a la hora del descanso para no pasar tiempo conmigo.

—¿Dónde estabas? — le pregunto consternado y él se acerca para darle un beso en la mejilla a mamá. Suspira y se deja caer en el sofá. Papá continúa ayudando a Yurim con la tarea y me acomodo junto a mi hermano para hacer que hable conmigo—. Johyuk...

—Me quedé en la biblioteca. Es por lo de la feria de ciencias. Algunas hormigas del terrario murieron anoche y tuve que ver cuántas quedaban.

—Ya veo— sigue obsesionado con los insectos y la naturaleza. Es probable que él no haya cambiado tanto como yo. Tiene quince y sigue adorando la idea de conocer a todas las especies de flora y fauna del mundo. El año pasado presentó un examen para estudiar la preparatoria en Australia y no pudo conseguir la beca. Estuvo deprimido como por dos meses hasta que poco a poco unió sus pequeñas piezas y volvió a construir lo que era.

A 452 kilómetros de ti (Jinx)Onde histórias criam vida. Descubra agora