🖤Capítulo 17🖤

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-¿Qué quieres decir con que no puedo entrar? -gritó Gulf-. ¡Es mi esposo!
   
-Sí -le espetó Smith con violencia-. Un esposo que no deseas. Has estado en su contra desde que os casasteis.
   
-¡Eso no es cierto!
   
Las joyas de los tobillos de Gulf repiquetearon con controlada fiereza cuando intentó pasar rodeando a Smith. Pero él se movió con rapidez, bloqueándole la entrada a los aposentos de Mew.

En silencio, Gulf se giró hacia el otro lado y avanzó como una flecha hasta que una mano cubierta con guantelete de malla se cerró dolorosamente alrededor de su muñeca, haciendo que se aferrara al asa de la cesta que llevaba.
   
-No pongas a prueba mi paciencia, brujo -le advirtió el normando con aspereza-. Sé lo que has hecho con esas extrañas plantas que recogiste en ese maldito lugar.
   
Gulf lo miró asombrado.
   
-¿De qué estás hablando?
   
-Del veneno, brujo. ¡Has envenenado a mi hermano!
   
-¡No! ¡Nunca haría eso! ¿Me oyes? ¡Nunca!
   
-Reserva tus mentiras para tu amante, Kao Noppakao -rugió Smith.
   
Gulf se mordió el labio reprimiendo un grito de dolor. La fuerza con la que el normando aferraba su muñeca amenazaba con hacerle caer de rodillas y ni siquiera podía respirar normalmente, pues después de acabar de atender a Sammy, había vuelto corriendo al castillo empujado por un miedo que nunca había sentido estando despierto.
   
-He ido a tus aposentos y he comprobado el escondite secreto -continuó Smith implacable-. La poción que guardaste allí ya no está.
   
-Me la llevé conmigo -se apresuró a explicarle Gulf-. Sabía que Sammy estaría débil y temía que la matrona le hubiera dado demasiada medicina para aliviar el dolor, ralentizando así el parto. La poción que preparé hubiera contrarrestado ese efecto.
   
Smith miró los anhelantes ojos de Gulf y deseó aplastarlo con sus propias manos. Sólo la certeza de que Mew, si es que sobrevivía, nunca le perdonaría que hubiera matado a su esposo, refrenaba su furia.
   
-Mientes muy bien -lo acusó entre dientes.
   
-Te equivocas. Miento muy mal -replicó Gulf-. Pregúntale a quien quieras. Y ahora déjame entrar. Si Mew está enfermo, yo puedo ayudarle.
   
-No. No te acercarás a él mientras yo viva.
   
El joven reprimió el deseo de gritar; sabía que así no conseguiría nada, excepto liberar la rabia que Smith contenía a duras penas. Intentando tranquilizarse, respiró hondo varias veces hasta estar convencido de que podría hablar de forma calmada a pesar de la salvaje urgencia que dominaba cada vez con más fuerza su mente.
   
-Por favor -susurró, sintiendo que su corazón iba a estallar de angustia-. Te lo suplico, déjame pasar. Boad me ha dicho que llegasteis al castillo a todo galope.
   
-¿Y qué más te ha contado? -inquirió Smith con brusquedad.
   
-Que Mew era incapaz de hablar y que Max y tú tuvisteis que traerle a sus aposentos -continuó Gulf-. No sabe nada más, pero según un sirviente corre el rumor de que le golpeaste demasiado fuerte en el combate.
   
-Ten cuidado con lo que dices, maldito brujo.
   
Maldito.
   
Brujo.
   
Al escuchar sus duras palabras, Gulf se dio cuenta de que el normando no le dejaría ver a Mew por mucho que se lo suplicara.
   
-¿Y por qué debería medir mis palabras? -gritó desesperado-. ¿Acaso no quieres que le ayude para que muera y así poder quedarte con su herencia?
   
La acusación fue tan inesperada que Smith no pudo reaccionar, y el joven aprovechó la ligera debilidad del normando para seguir atormentándolo.
   
-Escúchame, Smith -explotó, liberándose de su mano-. ¡Demoleré Blackthorne Keep piedra por piedra con mis propias manos y envenenaré el pozo de agua antes de permitir que te beneficies por la repentina muerte de tu hermano!
   
-Calla, brujo -lo amenazó-. Si no fueras el esposo de mi hermano ya habrías muerto por acusarme así.
   
La voz de Smith le recordó a Gulf la de Mew cuando estaba furioso. En cualquier otro momento se habría doblegado y acobardado ante la ira de aquel hombre; pero su esposo se estaba muriendo y no importaba nada más. Debía salvarlo. Ya no podía imaginar un mundo sin él.

Indomable. 🦅🖤  Where stories live. Discover now