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CAPÍTULO NUEVE... 𖥔 ݁ ˖
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Los Bokoblin eran peligrosos, aunque para alguien del nivel de Link, aquello no era nada

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Los Bokoblin eran peligrosos, aunque para alguien del nivel de Link, aquello no era nada. Había vencido al mismísimo Ganondorf, el cual había aterrorizado todo Hyrule durante 100 años.

Pero igual se sentía preocupada. Si le pasaba algo y ya no podían hablar de lo que había pasado, no sabía qué iba a hacer. Se sentía desesperada, intranquila. Casi como si fuera su mujer y él el padre de sus hijos.

Confiaba en el hyliano y en sus capacidades, por las responsabilidades que se le habían impuesto por la Diosa Hylia, como ser el portador de la Espada Maestra. Pero después de todo no era más que eso, un hyliano cualquiera.

Ella era muy capaz a pesar de ser una princesa. Dominaba el arco y la flecha, sabía defenderse, era ágil como para tomar la ofensiva por sí misma, no con la ayuda de Link. Incluso sabía andar a caballo, gracias a las veces que se escapaba del castillo para tener un momento para sí misma.

Iba a hacerlo.

Iba a ir por él.

Sabía que era algo estúpido, pero estaba con los nervios de punta. Tal vez estaba en problemas. Tal vez podía ayudar en algo.

La Sierra de Akkala no estaba tan lejos, ¿no? Ni siquiera creía que Link hubiera llegado ya.

Se vistió con una capa oscura que cubría su rostro, abrigada considerando lo fresco del clima.

Salió del castillo, después de haberse colado al establo donde los caballos de los caballeros se encontraban. No fue tan difícil, ya que no tenían supervisión a esa hora. Se llevó uno, una yegua blanca, quien le había seguido con la mirada apenas entró.

Esa presión en su pecho tan solo le demostraba que siempre se había preocupado por él, que tal vez ese sentimiento de amor nunca se había desvanecido a pesar de que no recordaba su rostro. Pensaría en eso en otro momento.

Empezó a llover, así que el camino se hizo resbaladizo. A pesar de que el miedo empezaba a invadirla y sus instintos le indicaban que se devolviera, tenía que mantenerse firme. Sin importar lo que sintiera. En un mal movimiento, la yegua aceleró y de repente frenó, al no estarse agarrando bien salió disparada a un vacío que no había visto en frente suyo.

Cayó en el vacío, perdiendo la conciencia.

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