39. Ya po, McCartney.

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—¡No! ¡Miguel!

Me levanté rápidamente y me senté en la cama. Estaba ligeramente sudada y con la respiración agitada. Había tenido la peor pesadilla de toda mi vida.

Intenté regularme y respirar poco a poco. Necesitaba recuperar el aliento.

Me levanté de mi cama y me miré al espejo, me miraba bastante agotada. Salí de mi pieza lentamente y caminé a la pieza del Miguel (necesitaba asegurarme de que siguiera con vida).

Me paré a su lado y miré con atención su pecho para ver la respiración.  Y en eso, siento su mano en mi brazo. —¿Qué pasó? —susurró mientras despertaba.

—¿Qué? Ah, no nada...

Abrió las frazadas de la cama y se hizo a un lado. —¿Te vas a acostar? —Asentí y me recosté a su lado— Ahora cuéntame.

Apoyé mi cabeza entre su cuello y pecho y una de mis manos en su pecho. —Tuve una pesadilla. Trataba de ti.

—Ya, a ver. ¿Qué me pasó?

—Estabamos en una casa, en la de ustedes parece, con la Sandra, y se estaba quemando, por lo que salímos de la casa y tú te quedaste atrás, creo que porque quedaste atrapado por las puertas. Y al final no salías nunca y la casa se derrumbó y los bomberos no llegaban nunca y me desesperaba y... y...

Volví a caer en ligero llanto y Miguel me abrazó. —Ya, no pasa nada. Si aún sigo aquí. Fue puro sueño nomás.

—No si sé, pero es que no sé porqué estoy así.

—Yaaa, Luchi... Relájate.

Luchi fue mi apodo de niña, al igual que Lulú, pero este fue de aún mas niña. Si no me equivoco, fue porque no podía decir "Lucy" sin que sonara como "Luchy", así que después me preguntaban: "¿Cómo te llamas?" Y yo respondía: "Luchía/Luchi". Apodos incomparables de infancia. Este realmente solo lo deben recordar Miguel o mis papás.

Volviendo al tema... —Miguel, no te me vayas aún. Y si te vas, me avisas antes. —me reí para no llorar.

—La verdad es que no lo tenía contemplado en mis planes. Pero cualquier cosa, yo te aviso.

Me dio un beso en la frente y seguimos abrazados. —Ya, muy bien... me parece.

[8:00 a.m]

Deben haber pasado un par de horas desde que me cambié de cama a dormir con Miguel. Claro que cierta persona ahora se había levantado, así que se fue toda mi estabilidad.

Me levanté y justo iba pasando mi mamá. —Buenos días. ¿Dormiste con Miguel?

Asentí. —Me cambié de cama en la mañana. Igual roncó en mi oído...

Se rió. —Quién te manda a cambiarte de pieza pue.

—Sí, bueno...

Siguió caminando hacia abajo y yo me fui a golpear la puerta del baño, donde estaba el Miguel.

—¡¿Qué?! —gritó desde adentro.

—Apúrate.

Salió recién bañado con toda la ropa mojada y el pelo goteando. —No, yo llegué primero y me tomo mi tiempo.

—Como que si bañandote te volvieras mas lindo. —Sacudió su pelo al lado mío y me mojó la cara— Buu, el cabro pesao.

—Y tú, que te bañai para puro salir nomás. Que hablai.

Entré al baño y cerré la puerta. —¡Miguel, dejaste todo mojado!

Se baña y deja el piso, paredes y todo mojado. Y aquí voy yo, que tengo que secar todo para no sacarme la cresta.

🌫Te dedico un solo...🌫🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora