28 la prometida

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V

Alfonso llevaba una caja de cannolis en una mano y una botella de champán bajo el brazo. Al llamar a la puerta, tuvo que atrapar la bebida antes de que cayera al suelo. Mia abrió un poco la puerta y lo miró, antes de abrirla del todo. Mirando por encima del hombro, gritó:

-Trae pasteles y licor-, y dio un paso atrás para dejarle entrar.

Era la primera vez que estaba en el apartamento desde que Anahí se fue a casa después de su primera pelea. Al entrar, miró alrededor y vio a Chloe, Lisa y Anahí sentadas en el sofá, y a Cal en el suelo, todos mirándole con gesto extrañado. Cuando Mia le siguió dentro del cuarto, él le ofreció los dulces y el champán.

-Creo que hay bastante para todos- dijo, mientras ella tomaba la caja.
-Oh, es de Luigi's. No va a salir ninguno de la cocina- dijo Mia, girándose para irse.
-En ese caso, será mejor que te ayude-, dijo Lisa levantándose y agarrando a Chloe: -Venga chicos, Mia no va a poder hacerlo sola.

Cal miró confundido a las chicas
- ¿Para qué necesita Mia tanta ayuda?
-Es su forma nada sutil de dejarnos solos a Alfonso y a mí para que hablemos- respondió Anahí con acento seco.
-Ah, no digas más- replicó Cal, levantándose y dirigiéndose a la cocina.

Anahí miró a Alfonso y no pudo evitar sonreír. Nunca le había visto tan fuera de lugar, con la expresión asustada que, según su tía Hannah, llevaba cuando fue al rancho de la familia para pedir su mano a su padre. Su tía se había reído con ganas mientras le contaba lo mal que se lo habían hecho pasar.

Compadeciéndose de él, le hizo señas para que se sentara con ella en el sofá.
-¿No quieres sentarte?- Asintiendo con la cabeza, se sentó a su lado, pero no dijo nada.
-Es un bonito detalle, los pasteles y el alcohol.
-Hay más en el coche. Pensé que tal vez podríamos tomar los nuestros más tarde- dijo, por fin.
-¿Ah, sí?

Tomando aliento, agarró su mano. Le dio la vuelta y acarició el punto sensible del interior de su muñeca.

-Entiendo que necesites tu independencia. Es algo a lo que no estoy acostumbrado. Las mujeres con las que he estado... Nadia… esperaban que las mantuviera. Pero Ivan dice…- se detuvo.
-¿Ivan?
Alfonso tomó aliento y continuó:
-Ivan dice que soy más agradable cuando tú estás en la oficina, y que no te debo prohibir trabajar.
Mientras Alfonso hablaba, Anahí apoyó la barbilla sobre sus rodillas. Se tapó la boca con la mano, para ocultar su sonrisa.
-¿Eso es lo que dice Ivan?
-Bueno, dice más cosas, y algunas de ellas no muy buenas, y la mayor parte es lo mismo que dices tú, pero, sí, dice eso. Kotyonok, perdóname por haber sido un burro. Otra vez. Por favor, vuelve a casa. Puedes ayudarme con los cannoli- terminó, con una sonrisa.

Riendo, Anahí se levantó, y se le abrió el abrigo. Llevaba unos leggings y una camiseta.
-¿Cuándo te has cambiado?
-Cuando he llegado aquí. ¿Crees que iba a llevar sólo eso estando aquí?- le preguntó. Sacudiendo la cabeza, se puso en pie y la siguió. Al pasar por la cocina, Anahí golpeó la puerta.
-¡Eh! Ya podéis salir. Nos vamos, y eso significa que hay más para vosotros-.

Cuando llegaron a la puerta de entrada, Mia salió de la cocina, limpiándose los labios con el pulgar.
Sonriéndoles, abrazó a Anahí y le dio un beso en la mejilla a Alfonso.

-Ya os dije que no iba a salir ninguno de la cocina- bromeó, y les dijo adiós con la mano.

Anahí miró con desgana los enlaces a sitios web que le había mandado Lisa. Ella hubiera preferido escaparse a Reno, o celebrar una pequeña ceremonia en el rancho de su familia, pero Alfonso insistía en hacerlo por todo lo alto, y les había dado carta blanca a sus amigas con el presupuesto.

Tras echar un vistazo al vestido de novia que le había enviado su tía, se dio cuenta de que no había nada que pudiera hacer con él para convertirlo en una prenda decente.

Después de pasar un fin de semana en una feria de bodas, había encontrado un vestido que le gustaba, y sus amigas la habían ayudado a elegir los colores y los adornos para las mesas.

Había algún servicio de catering, pero el que más le agradó estaba reservado para todo el mes de junio, por lo que se decidió por la segunda opción, un joven y prometedor cocinero que tenía un programa de televisión. Anahí tuvo que admitir que la degustación de postres fue lo mejor de todo.

Acabaron decidiéndose por una tarta de bodas pequeña y un croquembouche, una espiral de profiteroles caramelizados, que había hecho que a Anahí se le hiciera la boca agua.

Mientras miraba los enlaces, sintió una mano en el hombro. Levantó la vista y sonrió a Alfonso.

-¿Qué estás mirando ahora?- le preguntó, acercando una silla a su escritorio para mirar por encima de su hombro.
-Lisa me ha mandado unos enlaces a sitios para ir de luna de miel, pero todo esto es demasiado, y está pasando demasiado rápido- comentó con un suspiro.
Alfonso giró su rostro para que le mirara y la cogió de las manos.
-Tenemos diez días para ir donde queramos. ¿Dónde te apetece?
-En estos momentos, a un lugar en el medio de la nada y que no tenga nada que ver con planear una boda. ¡Ah! y con playa.
-¿Qué te parece aquí?- preguntó él, señalando un anuncio en la pantalla.

Dándose la vuelta, Anahí abrió mucho los ojos. Se alquila isla en las Islas Vírgenes.
-¿Cómo es que no lo había visto antes? -Perfecto- dijo.
-Le diré a nuestro agente de viajes que haga todos los trámites. A ver, ¿qué más hay que hacer?

Tomando su lista, Anahí la colocó entre los dos para verla juntos. Lo único que quedaba eran los últimos preparativos, el ensayo de la cena y la boda.

-¿Vas a tener despedida de soltero?- le preguntó, mirándole de reojo.
-No lo había pensado. Ivan ha comentado algo sobre unas copas y una cena. Espero que eso sea todo. ¿Y tú?
-Lisa quiere ir a Reno.
-Pues ve. Será divertido. Invita a todos tus amigos y llévate el avión.
Asintiendo con la cabeza, le abrazó.
-No puedo creer que estamos haciendo esto- le susurró en el cuello. -Todo está pasando muy rápido.
Anahí inclinó la cabeza hacia un lado y él la besó.
-Lo sé, pero pronto acabará todo, y podremos comenzar nuestra vida como marido y mujer.

enamorada de un millonario Where stories live. Discover now