Capítulo veintiuno: traición

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Isabel

Ellos van a caballo mientras nosotros nos llevan amarrados de las manos caminando por el largo camino que se ha hecho completamente largo. La piel me arde debido al sol y el camino de tierra y piedra maltrata mis pies, ambos nos han puesto un collar que detiene nuestros poderes y no podemos hacer mucho solo mirarnos.

Le pedí a Drogon que se alejara y que no se dejara ver, siento nuestro lazo unido pero lo siento lejos.

-Nunca me he cogido a una extranjera del reino agua- habla el soldado que me lleva atada, van a galope lento y eso hace que el camino sea más agotador.

-Yo una vez lo hice- habla otro- son una maravilla en la cama.

-Entonces probaré está maravilla cuando el rey la envie a los calabozos, esa será mi recompensa.

Prefiero ignorarlo y observo a Damiano que tiene cara de pocos amigos en dirección a los hombres que hablan como si nada en todo el camino. Cuando llegamos a la ciudad de Tempos la capital del reino tierra observo toda la arquitectura del lugar, son casas hecha de tierra y agua, con diseños únicos que nunca en mi vida había visto y es obvio, nunca había salido de mi hogar como tal hasta hace unos años que llegaba a la frontera de Rhyddid para disfrutar un poco de aires diferentes.

-Manzanas, lleven sus manzanas- observo a niños pequeños con un collar sobre sus cuellos y cadenas que van en dirección al puesto de la fruta o verdura que venden o cualquier otra baratija. Me quedo de pie observando y no es hasta que me da un tirón y caigo de rodillas que alzo la cabeza viendo al hombre del caballo.

-Voy a cortar tu cabeza y la mandaré a poner en la torre más alta para que todos te vean- el odio es palpable en mi voz. Estoy furiosa, no puedo decirle que soy de la realeza, podrían venderme por unas cuantas monedas de oro.

Aunque son guardias reales sé que mi destino será ver al rey de esta nación de esclavos. Había escuchado como el reino tuerto esclavizaba, maltrataba y abusaba de las personas aquí pero nunca me imaginé que hasta vería a niños pequeños siendo esclavizados en las mismas calles. Venden y ofrecen como queriendo salir de la miseria en la que viven.

-Eres una puta rata y voy a matarte- un hombre con ropas de lino golpea a un niño de unos catorce años, está sin camisa y sucio por todas partes. La sangre del joven cae por su nariz - a la próxima que lo hagas mal, no vivirás para contarlo.

-Amo por favor, él lo hará bien- habla una mujer que debe ser la madre del chico.

-Es lo mejor- el hombre se va furioso.

Es un país esclavizado. ¿Cómo Damiano pretende que nos ayuden aquí?.

Al llegar a las enormes puertas del castillo, pasamos como si nada y siento la mirada de varios guardias sobre nosotros.

-Una maestra agua y un maestro fuego- nos empujan hacia adelante y observo al hombre que está en el trono, un trono de corteza de árboles y tierra. Una corona de madera con piedras preciosas.

-¡Ante ustedes el rey Leonardo! Amo del reino Tempo y dueño de toda tierra y cultivo- habla su consejero y yo observo a Damiano- arrodíllate- nos ordenan pero tanto Damiano como yo permanecemos en el mismo lugar.

-Padrino- habla Damiano y el rey anciano observa a Damiano, yo lo observo incrédula sin saber que este hombre era padrino de Damiano. El rey Leonardo se levanta y baja los escalones de su trono, sus guardias a los lados se ponen atentos al movimiento del rey- soy Damiano Lombardi del reino Fuego.

-¡Eres tú!- lo dice como una afirmación - sabia que esos ojos lo había visto en algún lado... Escuché lo que pasó, ese mal nacido bastardo te ha quitado el trono y tú cómo un imbécil te lo dejaste quitar.

Corona de Lágrimas ✨Nueva Versión ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora